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María Corina Machado, el fenómeno que sacude la política en Venezuela y amenaza la estabilidad de Maduro

Ahora, después de años de frustración y apatía, se habla de esperanza en las calles. Algo está cambiando. El país voltea a ver como nunca lo había hecho a la única líder opositora que habla de capitalismo y desprecia el socialismo

Viernes, 19 de mayo de 2023 a las 18:23

Por Orlando Avendaño

Viernes, 19 de mayo de 2023 a las 18: 23
María Corina Machado desde la tarima en un mitin en el estado andino de Mérida. Prensa de Vente Venezuela.

“El próximo año yo voy a votar por usted. Va a ser mi primer voto”, dijo, notablemente conmovido, un joven, desde La Azulita, un pequeño pueblo en el estado andino de Mérida. En el encuentro había más de tres mil personas. El joven, llorando, abrazó a María Corina Machado. La gente gritaba, “¡viva la juventud!”.

María Corina Machado está en campaña. Por ello, arrancó una contienda épica y retadora. En un país deteriorado, agostado, donde los que no se arriesgan por el Darién huyen hacia Caracas, la capital, para tratar de encontrar algo de normalidad, aunque sea ficticia, Machado hace lo contrario: sin descanso, por tierra —porque el régimen le prohibió montar en avión—, está recorriendo pueblos que la mayoría ni sabría identificar en un mapa. Pueblos donde la miseria, inmisericorde, no ha parado. Donde muere y matan gente, porque hay mucha hambre y mucha pobreza y mucho dolor porque los hijos se han ido, la mayoría a pie por los Andes, y han quedado solos los papás y los abuelos.

“Nosotros tenemos mucha fe en usted. Cada uno de nosotros estamos orando por usted, para que sea la nueva presidenta de Venezuela. Oramos por nuestros hijos, para que usted nos ayude a traer a nuestros hijos…” La mujer se quebró. Empezó a llorar. Machado le dio un abrazo. Ella continuó: “…A nuestros hijos. Yo soy una madre, todos mis hijos se fueron de Venezuela… Yo… Yo estoy aquí, peleando, a escondida de ellos. Porque ellos saben que si yo digo que voy a luchar por Venezuela, nadie me para”.

En Temblador, un pueblo de 80 mil habitantes que queda al oriente del país, exactamente a 8 horas de Caracas, parece que solo hay mujeres. Cuando Machado convocó a un mitin, las expectativas eran bajas. Desde el 2004 en Temblador, que pertenece al municipio Libertador del estado Monagas, ha gobernado el chavismo, de forma ininterrumpida. Pero no es un pueblo chavista. Ya no queda pueblo chavista en Venezuela, de hecho. Queda la idea de lo que fue alguna vez. La percepción de que alguna vez en algún lugar alguien creyó que un militar golpista, disfrazado de civil, podría ponerlos en el mapa. Chávez era el campeador de los nadie, los olvidados. Pero nadie los olvidó más que el chavismo. Temblador es muestra de ello: recóndito, aislado, abandonado. Sin esperanzas, hasta ahora, que toda abuela, madre, hija y nieta se tomó las calles.

“Yo le pido a mi Dios, todos los días del mundo, porque esto no ha acabado. Nosotros tenemos que tener pies firmes, para luchar por el pueblo, junto a María Corina Machado”, dijo la mujer de Temblador.

María Corina Machado desde la tarima en un mitin en el estado de Mérida. Fotografía de Mailevy Guía.

Aunque Machado siempre se ha opuesto a la senda electoral para enfrentarse al chavismo, argumentando que cada elección en Venezuela es una farsa que termina brindándole a Maduro tiempo y estabilidad, esta vez la reconocida líder de la oposición venezolana se encamina a unos comicios.

En octubre de este año la oposición planea celebrar primarias para elegir a su líder que, en teoría, debería de enfrentarse a Maduro en unas elecciones presidenciales, pautadas para el próximo año. Aunque aún es prematuro para saber qué piensa hacer Machado en el 2024, hoy aspira a ganarse, a pulso, ese lugar en el liderazgo de la disidencia.

Ya Machado, mucho antes de que la Comisión de Primarias (plataforma designada para organizar el proceso), anunciara la elección, había propuesto algo similar: que todos los dirigentes opositores se midiesen, para saber qué piensa la mayoría de los venezolanos. De esa manera, finalmente, podría construirse un verdadero liderazgo, que goce de legitimidad y, también, popularidad. Ahora, y apuntando hacia la misma dirección, la Comisión organiza el proceso que, espera Machado, sea libre e independiente, sin control o participación del chavismo a través de su apéndice, el Consejo Nacional Electoral.

Por años la oposición venezolana ha sido liderada por políticos circunstanciales. El fenómeno más reciente, que se desplomó con tanta rapidez como se elevó, fue el de Juan Guaidó. De ignoto, se convirtió en el opositor más importante de Venezuela cuando, en febrero de 2019, Trump lo respaldó como presidente interino. Fue, al final, circunstancial y se diluyó.

María Corina Machado, exdiputada y cabeza del partido político Vente Venezuela, empezó su lucha hace más de veinte años, cuando en 2002 lanzó la asociación civil Súmate, para revocar al entonces presidente Hugo Chávez. Desde entonces, Machado ha escalado, hasta convertirse en una de las principales figuras opositoras, reconocida internacionalmente como una de las líderes más prominentes e influyentes del país.

No obstante, por mucho fue menospreciada por el establishment político de la oposición, sobre todo por su postura firme en contra de cohabitar, negociar o ceder ante las pretensiones del chavismo, al que siempre ha calificado de “criminal”. Uno de los episodios que refleja su talante fue cuando, durante una transmisión en cadena de Hugo Chávez, y luego de escucharlo hablar sin parar por ocho horas, Machado lo llamó “ladrón”, por su política de expropiaciones. Aquel episodio la catapultó como una dama de hierro, imparable. La mujer que le dijo a Chávez, sin miedo, lo que nadie se atrevía. Temeraria, quizá irresponsable, y persistente.

Al final, como hablamos del Caribe, no a todos les gusta una mujer corajuda. Una amiga, que la conoce bien y conoce mejor el mundo, me dijo: “A los hombres con gran ego les da miedo. Les preocupa que una mujer, guapa además, tenga lo que a ellos les falta. Y al resto los intimida. Por eso es que los otros dirigentes de la oposición la detestan”. Y por eso es que a parte de los venezolanos les costó digerirla. Otros arguyen que es rica. Que eso la vuelve distante del pobre, el que pone y quita presidentes. En este argumento, por supuesto, vive la prepotencia y el clasismo innato de quien no sabe nada —verbigracia que hoy María Corina no está convocando a miles precisamente en el este de Caracas, donde vive la clase media y acomodada de la capital.

María Corina Machado recorre las calles de un pueblo de Mérida. Prensa de Vente Venezuela.

Machado lo ha sacrificado todo. Le tocan horas por carreteras peligrosas, descuidadas y donde embosca el hampa, porque tiene prohibido pisar un avión. Tampoco puede salir del país desde hace varios años, por lo que se ha perdido boda y graduación de sus hijos. Lo ha sacrificado todo y pudo haberlo esquivado. Cualquier otro, quizá más sensato, pero desapasionado, hubiera optado por la vida cómoda. Para qué luchar por Venezuela que al final, parece, es ingrata. Para qué dejarlo todo por una causa. Pero son las causas y la pasión las que construyen los grandes hombres, esos que forjan la historia y la rehacen. Los grandes hombres, o las grandes mujeres.

Parece que Venezuela se dio cuenta. En la mayoría de las encuestas sobre el proceso de primarias, como la de More Consulting, Machado aventaja. Incluso, algunas encuestadoras, desde ya, la perfilan como la próxima presidente del país. Es la primera vez que ocurre entre los sondeos de opinión que, siempre, la marginaron. Que siempre, de hecho, jugaron en su contra, para construir el relato, muy conveniente para el chavismo, de que ella era inofensiva.

Ya no lo es. En septiembre del año pasado, Nicolás Maduro se refirió a la dirigente: “María Corina Machado lanzó su candidatura. Vi una entrevista, la leí completa. Machado promete ser presidenta de la República en 2024 y su promesa principal, de la oligarquía, es privatizar todo”.

“Esa es la oferta para que solo la gente de apellido, como ella, María Corina Machado, tenga la riqueza, la propiedad, los medios de producción y el derecho a la educación. El pueblo debe tener conciencia que esta candidatura es una amenaza”, dijo Maduro. Luego, en tono desafiante, soltó: “Le verás la cara al pueblo, María Corina”.

01/05/2023.- Nicolás Maduro participa durante la conmemoración por el Día Internacional del Trabajador hoy, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutierrez

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“Yo soy chavista. Mira, es importante que lo sepas: ellos nos engañaron, porque, ¿cómo te lo digo? ¡Yo te odiaba! ¡Yo te odiaba por los mensajes de televisión de ellos! Ahora yo veo que ellos hacen mal al meterse contigo. Eso es mentira. Está bueno ya”.

En ese momento, el hombre, vestido con la camiseta de la selección nacional de fútbol, empezó a llorar. Era temprano en Puerto Cabello, la costa del estado de Carabobo, a pocos kilómetros de Caracas, y el sol era insoportable. Pese a eso, cientos se agolparon para recibir a María Corina Machado. Entre ellos, el chavista: “Este es un gran país. Un país que lo tiene todo, chama… ¡Ya basta!”.

Y así, pueblo tras pueblo. En San Felipe, en la noche, entre la multitud, un adolescente de unos 14 años lagrimeaba mientras Machado prometía, desde la tarima, que los jóvenes pronto iban a regresar a Venezuela. En La Isabelica, Carabobo, una mujer le agradecía a Machado que, hace años, le ayudó a conseguir la medicina con la que salvó a su hijo mayor, que ahora vive en Perú y quiere regresar. En la autopista, entre Morón y San Felipe, par de ancianos, que aún golpean la tierra para comer, le decían que todo está caro, que la vida es insoportable y que sueñan con ver a la primera mujer presidente de Venezuela. “Libéranos de esta tiranía. Yo creo en ti. Yo creo que puedes. Tú sí puedes. Yo confío plenamente en ti”, le dijo una mujer joven, con el llanto en la garganta, que caminaba por una carretera de Peracal, pueblo fronterizo del Táchira. Y así, pueblo tras pueblo.

Cientos de personas o miles en regiones a las que, como las Delicias, allá donde reina la guerrilla y nadie entra ni sale, no había ido un líder político en más de 30 años. Miles de personas en Los Capachos, donde todas las noches se va la luz, como este 18 de septiembre, cuando, mientras hablaba, Machado se quedó a oscuras. “¿Quitan la luz? ¡Prendemos los celulares!”, gritó desde la tarima, que en segundos se iluminó con los flashes de la gente.

“La vimos de lejos porque llegamos tarde. Ahí no cabía un alma. Esa mujer va a ser la próxima presidenta del país, estoy segura. Y Dios quiera que así sea, porque necesito volver a abrazar a mis hijos. Necesito conocer a mis nietos. Esto es muy jodido, este país no está bien aunque ahora te digan que sí. Eso es mentira. Este país está jodido. Yo no tenía esperanzas, pero ahora tengo. Mi esperanza se llama María Corina”, me dijo, con la voz quebrada, Carmen, quien vio a Machado dar su discurso desde Rubio, un pueblo remoto del estado andino Táchira.

María Corina Machado en un mitin político. Prensa de Vente Venezuela.

Las comunicaciones de la campaña, llevadas por Vente, han tenido un impacto inmenso en las redes sociales. El drama de cada pueblo, que Machado va recogiendo, uno por uno, no se diluye en el recuerdo de quienes lo presenciaron. Los testimonios recorren las pantallas de miles de personas. El equipo de comunicaciones es efectivo, y es reconocido por expertos.

“Machado ha desplegado una sólida coherencia en su discurso entre el diagnóstico del sistema que enfrentamos y las soluciones. Durante la última década, ha llamado las cosas por su nombre y no ha caído en la tentación de vender una aspirina como la solución a un enfermo de cáncer”, me dijo Enderson Sequera, director estratégico del think tank Politiks.

“Con esta base, ha desplegado una campaña digital muy interesante. Machado ha logrado sortear precisamente la hegemonía comunicacional del chavismo a través de un mensaje claro que consiste en la triada ‘Orden, plata y familia’, que sintetiza su pensamiento liberal y marca un importante contraste con el resto de los candidatos, más cercanos a la socialdemocracia”, agregó.

Y, esto último, es crucial. Desde siempre Machado se ha diferenciado del resto de la oposición por sus ideas. A diferencia de líderes como Capriles, Leopoldo López o Manuel Rosales, Machado es liberal, de derechas. Y lo dice sin pudor alguno. Cree en el capitalismo, en la libertad individual y desprecia todo lo que tenga que ver con socialismo. Y ese es el mensaje que lleva consigo, como estandarte que planta en cada pueblo. En tierra, otrora roja, hoy ondea la bandera del capitalismo. Al final, otro gran mérito de la campaña que Machado ha emprendido, no desde hace meses, sino años: hablar del libre mercado no tiene que ser abstracto para la mayoría y es incluso más atractivo que hablar de pobreza e igualdad.

Sin embargo, para algunos, su inflexibilidad, y sus ideas, podrían ser un obstáculo en su ascenso al poder. La acusa, el resto de los sectores de la oposición, de resistirse al consenso. Al final, ha sido ella quien se ha desmarcado de todo proceso de diálogo con la tiranía, a los que acusa de ser alicientes para la nomenklatura del régimen.

El politólogo Alejandro Armas me dijo al respecto: “Ciertamente, Machado ha mostrado ser una dirigente que trata de dictarles a los demás cómo hacer las cosas. Eso, si se lleva al extremo, puede ser problemático en movimientos opositores en los que ningún partido o líder individual goza de apoyo mayoritario. Guste o no, mientras ninguno tenga dicho apoyo, están obligados a cooperar porque cada uno es muy débil en solitario”.

“Históricamente el liberalismo ha sido difícil de ‘vender’ en Venezuela”, dijo Armas, sobre las ideas de Machado. “Tiene una reputación, tal vez inmerecida, de ser insensible a los problemas de los pobres. Por otro lado, es posible que un discurso que ate el sufrimiento inmenso de la población a las políticas socialistas de los Gobiernos de Chávez y Maduro tenga buena acogida. Pero tendría que dar a entender, de un amanera sencilla para el público, que sabe lo que hay que hacer para aumentar la calidad de vida en general”.

Afortunadamente para Machado y para todos los que creen en el libre mercado y la libertad individual, nada ha contribuido más a esas ideas que el holocausto chavista. De ser el país más próspero de la región, Venezuela pasó a ser el más miserable. Cada política estatista e irresponsable de Chávez se fue amontonando para lograr lo que nadie hubiera imaginado hace más de 30 años, cuando Venezuela era el centro de Latinoamérica. Por algo el caso de Venezuela se empuña en las campañas electorales de Argentina, Colombia e, incluso, Estados Unidos, para menospreciar las propuestas socialistas.

Para el proyecto de Machado, el momentum es ideal. Solo falta hablar con hechos y, por descarte, sus propuestas se vuelven seductoras. Es el libre mercado, de hecho, lo que nunca se ensayó propiamente en Venezuela —parafraseando a Carlos Rangel—, por lo que, finalmente, se volvió urgente.

“En su discurso, Machado es de las pocas candidatas que no invita a la ciudadanía a un parque de diversiones, sino a una épica más parecida al sangre, sudor y lágrimas. No los convoca a una fiesta, sino a una lucha para recuperar el alma de la nación. Cuando escuchas al resto de los candidatos, te da la impresión de que encaran la elección con la esperanza de que Maduro ‘les tiene que entregar el poder’. Cuando escuchas a Machado, te ofrece la certeza de que está dispuesta a luchar para arrebatarles el poder”, dijo Enderson Sequera.

María Corina Machado recorriendo un pueblo de los Andes del país. Prensa de Vente Venezuela.

Al final, la tarea es descomunal. Nadie lo sabe más que Machado, quien nunca ha temido en calificar a su adversario como un criminal, dispuesto a robar, secuestrar y matar para mantener en el poder. En ese sentido, ella está al tanto de que no se trata de un concurso de popularidad, como si lo ven otros candidatos. No sirve de nada contar con los votos, si no hay fuerza para sacar al dictador de Miraflores.

Claramente Machado no tiene la solución. Nadie la tiene. Pero al menos ella ofrece un diagnóstico que refleja la realidad. Y ese es el primer paso, que hasta ahora ninguno había dado. La solución no se crea, ni aparece. La solución se construye. Y no lo hace una sola persona, lo hacen millones. Porque, como dijo la mujer de Temblador, “esto no ha acabado”. Esto apenas empieza.

“Los venezolanos se están rebelando. Les cuento lo que me pasó ayer en Yaracuy. Cientos y cientos de personas, como aquí reunidas, y al terminar veo varios docentes. Se me acerca una maestra, con un grupo, y me dice: ‘Quiero decirte algo, María Corina. Allí, en la mitad del evento, me encontré nada más y nada menos, que a mi jefa de calle [que trabaja para el Gobierno]. Me pidió que grabara tus palabras para enviárselas a su hijo, que está en Perú, y que le escribió y le pidió: ‘mamá, grábame las palabras de María Corina, y me las mandas, porque cuando ella gane, yo regreso a Venezuela’”, contó Machado, en un acto frente a miles de personas.

Orlando Avendaño

Orlando Avendaño es subdirector digital de Americano Media.

Orlando Avendaño

Orlando Avendaño es subdirector digital de Americano Media.

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