Argentina se consagra campeona del mundo en la final más épica de la historia

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Argentina se consagra campeona del mundo en la final más épica de la historia

Cuando el tiro de Montiel besó la red, el cielo se pintó de albiceleste y Messi se dejó caer de rodillas. Su círculo estaba completo. El final más bonito jamás contado

Por Emmanuel Rondón

Lunes, 19 de diciembre de 2022 a las 21: 54
Lunes, 19 de diciembre de 2022 a las 21:54
El momento más épico de la noche: Lionel Messi alcanzo la Copa del Mundo en un mar de manos. (EFE)

No hubo, no hay y, quizás, no habrá una mejor final que la jugada por argentinos y franceses el 18 de diciembre de 2022. Por la calidad individual desplegada en campo, los giros inesperados del desarrollo; el gran gol de Di María, el triplete de Mbappé, la atajada del Dibu a Kolo Muani cuando el ocaso asomaba y la consagración de Leo Messi. Fue un partido absolutamente histórico, épico e irrepetible. 

No es necesario, ni siquiera, ver el partido repetido para recordar los detalles. Solo hay que hacerlo para disfrutar. La historia fue tan perfectamente relatada, como si de un guion se tratara, que todo queda para siempre en la memoria. Y es que fue una final que se dividió cuatro actos. Uno mejor y más apasionante que el otro. 

Primer acto: la esencia de Argentina prevaleció 

Di María titular. No iba la línea de cinco con Lisandro Martínez, Otamendi y Romero. El mensaje de Scaloni a Deschamps y sus dirigidos era claro: llevaremos la iniciativa, tendremos el balón y vamos atacarte una y otra vez para exigir a tu defensa.

Lo que nadie imaginó es que el seleccionador argentino rescataría, en sus intenciones, al Ángel Di María de la temporada 2013-14 poniéndolo por izquierda contra Koundé, en lugar de atacar a Theo Hernández, a priori el punto débil de la última línea francesa. 

Mejor no pudo salir el planteamiento. Argentina dominó a placer a Francia en toda la primera mitad. Fueron 45' de una superioridad abismal. Enzo Fernández mandó en el medio campo como volante central. Leo Messi flotó a las espaldas de Rabiot y Tchouaméni. Alexis Mac Allister brilló, como nunca había brillado, recostado en el interior izquierdo teniendo una doble misión: anular a Griezmann y atacar el lado derecho francés, cerca de un inspirado Di María y un rendidor Tagliafico.

Por derecha, De Paul, Molina y un adelantado Romero sacaron del partido a Mbappé y Theo. Julián correteó a los centrales y volantes franceses en su partido más sacrificado y el combinado albiceleste bailó tango en Qatar. 

La primera ocasión fue para Di María, en la primera corrida de Messi con peligro. Su derechazo se fue lejano, sí, pero era un aviso del martirio futbolístico que se le venía a Francia. Luego llegaría la pena máxima. Ya Argentina dominaba cómoda y Francia no la olía. Giroud y Griezmann no la tocaron, fueron dos menos en un concierto de posesiones largas, movimientos creativos y gambetas argentinas. A puro talento y potrero el equipo de Scaloni reducía a la antigua campeona del mundo a su mínima de expresión. 

Messi disputa un balón con Mbappe en la final del Mundial de Fútbol Qatar 2022 entre Argentina y Francia en el estadio de Lusail (Qatar). EFE

Di María, endiablado, es el que dejó por el camino a Dembele quien sin ningún tipo de conciencia y madurez trastabilló al 11 argentino provocando la primera pena máxima de la noche. Messi, letal, miró a Lloris hasta lo último y decidió cruzarla mansamente, engañando al guardameta francés. El gol ponía justicia en el marcador. 

Después el baile se intensificó. Nunca antes hubo tal disparidad en una final del mundo. Francia, cansada de correr detrás de la bocha, intentó en vano dar un paso al frente que resultó ser un paso en falso. Mordieron el anzuelo 'Les bleus'. Una pelota suelta por derecha fue recogida por Romero. Pase al frente para Mac Allister que de primera lo encuentra a un Messi rodeado por franceses. Leo, con más calidad que nadie, dejó una sutil pelota para un Julián libre por derecha y armar un contragolpe que tomaba a Francia jugada y descompensada. 

La continuación fue perfecta: toque al frente y raso para un Mac Allister lanzado. Di María esperaba del lado débil, aguardando lo inevitable: su momento. Alexis puso un pase a gol de manual y Ángel definió como en el Maracaná, como en los olímpicos y como en tantos otros partidos definitorios. El 2-0 ya a esas alturas era corto. Deschamps tuvo que cortar la sangría sacando a Giroud y Dembele para dar entrada a Thuram y Kolo Muani.

Segundo acto: la mística de Mbappé

Mientras Leo Messi no paraba de producir ventajas para sus compañeros y Ángel Di María no frenaba el ritmo contra Koundé, había un jugador en Francia que no se rendía: Mbappé. Entre De Paul, Molina y Romero el diez francés quedó absorbido. Sin ninguna incidencia en tres cuartos de cancha. Pero, aún así, trataba. A pesar de los malos controles, las perdidas y el mal partido. 

Y aunque Argentina seguía siendo muy superior, con el correr de los minutos Francia ya no se veía tan superada y el 3-0 no caía. Los de Scaloni tuvieron posibilidades para marcar, con el propio Messi, Julián, Mac Allister y Enzo Fernández; pero el 2-0 no se movió. Y Deschamps seguía haciendo modificaciones intentando dar la vuelta al desarrollo. El partido estaba a un gol de abrirse y eso ocurrió. 

En su primer gran error de todo el torneo, un exuberante Otamendi se confió y perdió la posición contra el todo fe Kolo Muani, quien entrando al área se dejó caer y obligó al polaco Marciniak, de correcta final, pitar el segundo penal del partido. Mbappé, ya sin Griezmann en cancha, fue el encargado de hacer temblar a Argentina. Martínez adivinó y alcanzó a tocar la pelota, pero ese tiro estaba destinado a besar la red. 

Mbappé para el 2-2. Un momento inesperado y poderoso. (EFE)

Un minuto después, el giro inesperado de la serie. Messi conduce y Coman roba desde atrás. Entrada vital la suya. Rabiot juega para Mbappé en largo quien de primera arma una pared absurda con Thuram. Su remate, sin dejarla caer, entrando al borde del área, no dio lugar a la duda, Francia estaba con vida gracias a él y Argentina volvía a perder una ventaja de dos goles, como ante Holanda. Vencer sin sufrir no es opción para la albiceleste. 

Hay una imagen poderosa tras el 2-2. Un Messi visiblemente afectado, casi que en un movimiento natural, se lanza de rodillas al piso. Pero, justo antes de tocar el piso, como si no existiera la gravedad, se levanta sin tocar césped. No era el momento de dejarse caer. Había que dar vuelta a la historia. 

Tercer acto: el mejor relato jamás contado

Tal y como México 86, Argentina veía como la diferencia de dos goles era recuperada por su rival. Aquella vez la historia se definió en los noventa y aquí pudo ser igual. Francia revivió, cuán campeón herido en orgullo, y empezó a someter a Argentina a fuerza de puro resto físico y estado moral. Sintieron que el partido era suyo. 

La tuvo Rabiot. Pero Dibu respondió, en su primera atajada clave de la noche. Y luego aparecieron Messi, Enzo Fernández y Mac Allister. En el momento más difícil ellos se encargaron de pedir la pelota, guardarla y llevar al equipo para adelante. Fue cuando el capitán argentino, a los 97', faltando nada, casi marca el gol más importante de toda su carrera. Su remate desde afuera del área fue tan potente que la comba fue hacia dentro y Lloris casi queda pasado. El tiempo regular finalizaba con Argentina atacando. 

Los primeros minutos del alargue fueron una continuación del tiempo añadido. Francia imponía su potencia y Argentina, sin pierdas, intentaba descansar con la pelota. Scaloni despertó, lo puso a Paredes de cinco, lo adelantó a Fernández y puso a Lautaro para sustituir al exhausto Álvarez. El desarrollo volvió a cambiar. 

Tal y como sucedió en la prórroga contra Holanda, Argentina empezó a encontrar ocasiones gracias a un Lautaro fresco, aunque fallón de cara a puerta. Pero no iba a ser necesario un killer para alcanzar la gloria. 

Montiel, ingresado por Molina, encontró al delantero del Inter entre Varane y Upamecano. Con una calidad insultando, Martínez dejó solo a Leo en la frontal, Enzo Fernández se soltó hasta allí, trianguló con Leo y 'El Toro' quien retó a duelo a Lloris. Su control iba direccionado a un solo destino, el remate, como goleador que es el arco estaba entre ceja y ceja. Su tiro, fortísimo, reventó en la mano izquierda del arquero francés, pero el rebote caprichoso fue hacia el centro, donde un sereno Messi apareció para empujarla pasada la raya. Koundé no pudo hacer más que sacarla desde adentro. El 3-2 estaba consumado. 

Diez minutos duró la alegría argentina. Cuando el ocaso volvía a asomar, Scaloni pone a Pezzella para reforzar la zaga y ocurrió lo inesperado. Mbappé cazó el rebote de un córner, se perfiló y sacó un remate de fe estrellado en el codo suelto de Montiel. Nadie podía creerlo. Otro penal para el villano, quien no cambió el lugar y volvió a ganar el duelo contra el impotente Martínez. 

Montiel y un penal para la historia. (EFE)

El 3-3 fue un mazazo que partió el partido. Matar o morir. El medio sector dejó de existir y se convirtió en una autopista de transición. El que mete gana. 

Y fue allí cuando, en medio de una distracción, Kolo Muani tuvo la gloria en sus pies. Despeje contra despeje para que el francés se quedara contra Dibu frente a frente. Pelota botando en el área, remate seco, casi rasante y con dirección a puerta. Corazones detenidos y soundtrack en suspenso. El destino no podía ser tan cruel, dijo el histórico guardavallas argentino, piernas y cuerpos anchos para tapar todo el arco, una final no se gana sin una gran atajada del arquero. Esa pierna izquierda abajo de Martínez para la historia. 

Luego del susto, ni tiempo para respirar. A correr al otro sector. Messi recibe en la mitad de la cancha, Montiel corre con la vida hacia el frente y Lautaro espera entrando al área chica. Jugada perfecta, contrataque perfecto, pero cabezazo al costado. 

¿Se acabó? "No", dice Mbappé. Quiero una yo. Con el tiempo de descuento excedido. Una gambeta contra Romero, desplomado Paredes y sorteado Enzo. Pero Dybala, sí 'La Joya', despejó con alma y corazón al lateral. La obra tenía un capítulo más. 

Cuarto acto: los benditos penales 

Aguante corazón, aguante. Los latidos se intensifican al ritmo de una final sinsentido. Va Mbappé y Dibu empieza su show. Le dice al principal que la pelota no está sobre el punto blanco. Él revisa y acepta la indicación del argentino, quien sabe que el área es suya. Pero Mbappé vuelve a marcar con él rozando de vuelta la bocha. La mística de campeón, capaz. 

Pero no. Leo Messi mostró el camino. Un toque sutil, tan sutil que más de uno pensó que Lloris llegaba volviendo sobre su carrera. Para cobrar así hay que tener hielo en las venas y muchos huev*s. 

Otra chance para Dibu, quien se ganó su propia chance de darle el título a Argentina en la tanda. Coman, de gran entrada, el encargado. Pasos en círculos para Martínez, cuerpo hacia su derecha y atajada. El primer paso a la gloria. 

Dybala, que entró a patear el penal pero en 3' hizo su propio partido, eligió el medio sabiendo que Lloris se jugaba a un costado. Argentina arriba y otra vez Dibu al ruedo. 

La celebración. Messi de rodillas ante su logro máximo. (EFE)

Tchouaméni, mareado por Enzo todo el partido, fue elegido. Y otra vez Martínez jugó psicología. Le lanzó la pelota lejos al joven francés, quien tenía una cara pálida con los miles de argentinos silbándole. El fallo era inminente. Piernas temblorosas y remate feo al costado del palo izquierdo. Posibilidad de quiebre para Argentina. 

Paredes se encargó de poner todo a tiro. Disparo seco y cruzado. Como indica el manual. Kolo Muani dio suspenso y paso a Montiel, el de la mano a los 118', pero también el encargado de cobrar el tercero contra Holanda. Era su reivindicación.

Penalero como pocos, Montiel tomó poca carrera, no vio al arco e hizo que Lloris pensara que iba al mismo caño que contra Holanda. Pero el balón fue cruzado. El cielo se pintó de albiceleste, Argentina era campeona del mundo y Messi estaba ahora sí de rodilla, pero celebrando su colosal e iniguable carrera. 

Leo alza la Copa del Mundo. (EFE)

Emmanuel Rondón

Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes. 

Emmanuel Rondón

Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes. 

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