Por: Jesús Melgarejo
Estadísticas, datos, porcentajes y gráficos. Estos son los elementos con los que se analiza y confecciona el fútbol moderno. Con la incursión de las nuevas tecnologías, el deporte se ha transformado totalmente en su concepción y práctica, cambiando la forma de juego e incluso el desarrollo de los futbolistas.
El prototipo de jugador en la actualidad tiene bien delineadas las virtudes y fortalezas que debe poseer para adaptarse a un fútbol que se ha vuelto más físico y analítico. El deporte rey ha priorizado lo táctico y estratégico como pilares para la construcción de equipos y estilos de juego. Hoy vemos un deporte colectivo que, en pos de la mecánica estratégica de los esquemas, ha cambiado la disposición de los jugadores en cancha generando un escenario donde la inventiva y creatividad van camino a la escasez.
El fútbol de los enganches con las míticas casacas "10" es un espécimen en casi extinción, esto como consecuencia de la sistematización que exigen los técnicos y sus escuelas. El jugador pensante, el que maneja los hilos del equipo y la creación, se ve obligado a ofrecer en sacrificio sus grandes dotes innatas para la productividad de un sistema colectivo.
En el fútbol de potrero y barrio —que ha sido la cuna de grandes figuras históricas— es donde se ve la esencia más pura de este deporte. En esos primeros contactos con el balón entre barro y pies descalzos, es donde uno se nutre y adquiere una forma de vivir y jugar a un fútbol que da rienda libre a la fantasía, sin ningún tipo de restricción con el balón. Pero esta manera de entender y construir el fútbol ha cambiado.
Hoy es común ver, desde las formativas de los clubes, que los técnicos con pizarra en mano imponen la dictadura de un sistema por sobre la libertad de la imaginación con el esférico. Así se van forjando atletas obedientes y disciplinados a un determinado estilo de juego, reduciendo al mínimo la rebeldía creadora del jugador de calle.
Son justamente estos testarudos rebeldes quienes reivindican sus raíces futboleras y mantienen vivo el espectáculo del deporte. Pero son individuos que emergieron a pesar del sistema del fútbol moderno y no como productos del mismo. Y coincidentemente estos individuos en su mayor proporción provienen de esas canchas de barrio y sueños, donde el fútbol se vive en su concepción más inocente y auténtica.
Es menester justo y necesario aclarar que no se resta dimensión e importancia a la evolución del fútbol actual. El nivel de concentración y competitividad alcanzados hoy, han permitido un fútbol mucho más profesional que ofrece un gran disfrute desde la complejidad colectiva y táctica, con jugadores físicamente envidiables que alcanzan una longevidad y vigencia que antes eran casi imposibles. Es por ello que quienes se erigen como grandes figuras emergentes del fútbol actual, en su gran mayoría comparten rasgos muy similares. Es decir, son atletas de alto rendimiento con gran capacidad física y construidos para poder encajar en los esquemas. Las prioridades pasan por el perfeccionismo funcional y la ductilidad para la adaptación al orden de un determinado estilo de juego.
Pero pensar en un hipotético escenario donde jugadores como Maradona, Riquelme, Bergkamp, Zico, Zidane, Hagi, Baggio, deban ser sacrificados para encajar en un sistema de juego y amputar el talento prodigioso de sus piernas, no tiene justificación futbolística alguna y va en contra de la esencia del juego. Los sistemas deben potenciar las cualidades y no reprimirlas, de lo contrario, el fútbol puede caer en el reduccionismo del escritorio.
Europa es hoy el epicentro del fútbol sistemático, donde en sus diferentes campos de formativas y ligas locales se observa la máxima expresión de la estrategia y la táctica plasmadas en el gramado. La fuerte inyección económica que han introducido las empresas multinacionales ha permitido que los clubes con gran poder adquisitivo conformen desde su fútbol base un rígido y metódico desarrollo de jugadores. Estos crecen bajo el régimen del fútbol actual, replicando directrices simétricas hasta llegar a la primera división.
En palabras resumidas, los jóvenes talentos en su evolución como profesionales son direccionados hacia la tendencia actual de un fútbol ortodoxo y muy estructurado, viéndose interrumpido el proceso de libertad del talento innato que busca florecer libremente de manera natural.
A pesar del auge de estos tiempos en cuanto a metodologías de trabajo, existen aún entrenadores anárquicos al sistema, que tienen la cosmovisión de que el fútbol como deporte colectivo parte de la premisa de que las piezas se complementan, compensando debilidades y fortaleciendo virtudes. Dando rienda suelta a los pincelazos de aquellos jugadores artistas. Anteponiendo los hombres por encima de los limitantes sistemas, adaptando un esquema que pueda sacar provecho de las características de cada jugador y así alcanzar un sistema táctico eficiente, sin la necesidad de aniquilar la creatividad.
En un fútbol actual donde la óptica analítica se mide en kilómetros corridos, mapas de calor y porcentajes de pases, más que nunca es el momento de proteger, arropar y potenciar a los "diferentes". Aquellos cuyos destellos determinantes solo pueden ser percibidos por el ojo del futbolero que se deleita y disfruta. El que con un gesto técnico, un movimiento diferenciado o en una simple jugada, rompe todos los parámetros de medición. Estos jugadores que quiebran la monotonía de los sistemas fríos y rígidos con alguna genialidad.
El fútbol que para muchos forma parte irrenunciable de sus vidas, no está exento del peligro de ser transformado en su totalidad y perder esa esencia única que lo convierte en un fenómeno social. Algunos llaman a este deporte el opio de las masas, otros el pan y circo moderno, pero para una considerable mayoría el fútbol genera un lazo pasional tan fuerte como cualquier religión o credo místico. He ahí la importancia de preservar y resguardar la esencia de un deporte que, como ningún otro, conmueve a multitudes y representa una tradición cultural para muchos pueblos.
Jesús Melgarejo es periodista y escritor con énfasis en literatura y filosofía. Síguelo en Twitter: @CJ_Melga