El viaje de Messi con la Argentina: caída, críticas y consagración

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El viaje de Messi con la Argentina: caída, críticas y consagración

Las caídas lo hicieron más fuerte, nunca se rindió y se hizo profeta en su tierra: el camino de Leo Messi con Argentina

Por Emmanuel Rondón

Sabado, 07 de enero de 2023 a las 06: 00
Sabado, 07 de enero de 2023 a las 06:00
Leo Messi besa la Copa del Mundo en Qatar. EFE

Argentina es uno de los países más complejos del mundo. Desde lo político, social y cultural. Analizarlo desde una mirada foránea suele ser complicado, especialmente si naciste lejos de allí, pues la idiosincrasia de los argentinos es tan particular que hay que sentirla y conocerla de cerca para entenderla. Con el tiempo, comprendes un poco porqué son como son; y porqué, teniendo a los dos más grandes de la historia, junto a Pelé, decidieron durante años compararlos y rivalizarlos de una forma tan tóxica e innecesaria. Porque sí, el Messi vs. Maradona, o mejor dicho, el relato de que Leo jamás iba a alcanzar a "El Diego' se mantuvo íntegro hasta hace un par de años. Pero se terminó. 

Siempre hubo una gran parcialidad argentina que quiso a Messi desde siempre, especialmente lo más jóvenes, que quizás no pudieron dimensionar ni ver a Maradona en plenitud. Otro sector, que creció y vio a Maradona alcanzando la gloria en el 86, también lo admiró y disfrutó, pero fue más inteligente y evitó la comparación. Decidió disfrutar a Leo sin mancharlo con una rivalidad injusta. Pero hubo otro sector, más pequeño pero muy ruidoso, que aupado por la prensa deportiva sensacionalista empezó a enfrentarlos. 'Messi no es un líder'; 'Con la Selección no rinde'; 'Jamás será como Diego', frases constantes e interminables que se dieron desde Sudáfrica 2010 hasta Rusia 2018, aproximadamente. 

En el medio Messi tuvo muchos 'fracasos' y sueños frustrados con la Argentina. La Copa América 2011, un año después de su primer mundial siendo él el actor principal, fue especialmente dura. Hubo hasta silbidos por un tiro libre mal pateado en fase de grupos, en un 0-0 ante Colombia. La temprana eliminación en 4tos, ante Uruguay por los penales, sería una premonición que vendría lo peor con esta competición que se hizo esquiva. 

Pero antes de la tormenta, hubo un poco de felicidad. Brasil 2014 fue el primer gran torneo de Lionel con la Argentina y el inicio de su búsqueda por romper el relato 'marodoniano' que se le quería imponer.

Messi jugó un gran Mundial, no hay dudas. Tuvo una fase de grupos donde fue líder emocional y futbolístico de un equipo que con la pelota en los pies era muy plano y dependiente de su figura. Goles importantes contra Bosnia, Irán y Nigeria. Paso perfecto en primera ronda. Luego un pase a gol a Di María fantástico para eliminar a Suiza en tiempo extra. El buen partido contra Bélgica y la histórica clasificación a semis rompiendo una racha de 24 años, los penales contra Holanda y una final que se escapó por detalles contra la Alemania del 1-7 a Brasil. Unos centímetros evitaron que Messi destruyera para siempre las voces críticas. 

Pero vino la tragedia. La generación dorada chilena  —con Aránguiz, Vidal, Bravo, Medel y Alexis— le ganó dos finales seguida a la Argentina después Brasil 2014. Dos veces en penales, en Santiago de Chile primero, en Estados Unidos después. Fueron tres finales perdidas consecutivas en tres años para Messi y su camada. Sería necio contar la de Venezuela 2007 cuando Leo todavía no estaba en su prime futbolística.

El golpe en Estados Unidos, tras fallar su penal, lo llevó a tomar la decisión en caliente de renunciar a la Argentina, algo que generó un point break único, pues el propio Leo se dio cuenta que el apoyo en Argentina era mucho más grande que la parcialidad crítica. 

Los pedidos de vuelta y recapacitación de los argentinos para con Leo, más las propias ganas de Messi por volver, hicieron que su renuncia a la Selección fueran más unas vacaciones cortas que otra cosa. El Patón Bauza fue clave en su regreso. Y Leo empezó a reivindicarse poco a poco. Con goles, asistencias y unas eliminatorias fantásticas liderando a una Argentina en crisis. 

Messi alza el trofeo del mejor futbolista del Mundial tras vencer a Francia.

Se habla mucho del desastroso Mundial de Rusia 2018 con Sampaoli en el banquillo, pero poco se dice de lo mucho que sufrió Argentina en esas eliminatorias. Agüero, Higuaín, Di María y tantos otros de la vieja guardia estaban en un estado anímico y de forma bajísimo. En el medio tuvo que haber una revolución de jóvenes futbolistas y veteranos del plano local que tenían que ponerse la albiceleste y ganar partidos para clasificar al Mundial. Y pasaron dos técnicos tras la partida de Martino: Bauza y Sampaoli. Para dimensionar, Pratto y Benedetto fueron los delanteros de ese combinado en varios pasajes. 

Pero fue Lionel, con 7 tantos y par de asistencias, el que lideró ese equipo para llegar a Rusia 2018. Sus tres goles en Quito, a más de dos mil metros de altura, fueron hasta ese entonces los goles más importantes de Messi con la camiseta de la Selección. Fue él quien evitó un papelón histórico. 

El Mundial de Rusia, lastimosamente para Messi y esa gran camada que llegó a tantas finales pero no alcanzó la gloria, fue un desastre. Todo el proceso lo fue. Sampaoli jamás supo darle una identidad de juego a un conjunto que tenía piezas para lo que él quería imponer. Los jugadores tampoco supieron adaptarse. La convocatoria y la elección de piezas tampoco tuvo sentido. En definitiva, Argentina terminó clasificando a octavos, al igual que en las eliminatorias, por la ventana. La caída ante Francia, por 4-3, fue justa y merecida. La sensación de una bala perdida y quizás el último Mundial de Leo en plenitud con 31 años. 

La partida de Sampaoli de los banquillos albicelestes no se hizo esperar y, en el medio, asumió su ayudante, el joven Lionel Scaloni, a quienes muchos llamaron con razón 'inexperto' durante sus primeros meses como entrenador de la selección. Fue Chiqui Tapia, presidente de la AFA, quien confió en él para tomar ese mango caliente que representaba Argentina. Y fue así como Scaloni empezó a trabajar. 

La primera misión de Scaloni era clara: iniciar una renovación. Darle descanso a la vieja camada y empezar, de a poco, a incorporar nombres para el futuro. Porque en Argentina siempre habrá jugadores talentosos y competitivos para pelar por títulos. 

Fue el 'joven inexperto' el que le dio el rol de 9 titular a Lautaro Martínez, el que puso a Paredes, De Paul y Lo Celso en el medio. El que empezó a probar defensores hasta encontrar a la zaga. Y el que decidió, en definitiva, quiénes de la vieja camada podían acompañar y aportar en el proceso de renovación: Agüero, Otamendi, Armani, Di María y el propio Messi; ya en un rol veterano y todavía con la incertidumbre de si estaba con las ganas suficientes de buscar su título con la albiceleste. 

Fue Scaloni el que le dio una segunda juventud a Messi. Con un grupo de nuevo de 'pibes' ilusionados que admiran y quieren a Leo. Que, al igual con muchos hinchas, pidieron por su vuelta tras la fatídica tanda de penales en Estados Unidos contra Chile o celebraron el triplete en Quito. Como el caso de Enzo Fernández y su emocionante carta en Facebook cuando era un adolescente.

Con la salida de referentes como Mascherano, a Leo le tocó el rol de liderar, junto a Scaloni, la reconstrucción.2019, luego de varios amistosos y con Scaloni todavía como interino, fue el inicio de la mejor etapa de Leo con la Argentina. La Copa América de Brasil de ese año fue un veneno que ese equipo lleno de jóvenes debía tragar. Las críticas de la prensa no se hicieron esperar. El equipo no jugaba bien, había mucha juventud en cada una de las líneas y Messi no estaba teniendo el mejor torneo. Pero las semifinales contra Brasil, derrota 2-0, cambiaron todo. Argentina jugó un partido muy digno y Leo lideró fuera y dentro del campo tras las polémicas arbitrales. 

Como nunca antes, el capitán de Argentina había salido a defender a su Selección en un tema polémico arbitral. Acusando a la Conmebol de corrupción. Jamás se había visto a Messi en esa faceta. 

Era definitivamente un cambio. Messi siempre fue un líder futbolístico, el hombre a quien darle la pelota en los momentos difíciles, pero alguien callado y correcto fuera del campo. Tímido con la prensa y siempre perfil bajo. Todo lo contrario a lo que acostumbran los argentinos. 

La realidad es que algo cambió ese día, primera vez que una eliminación daba la sensación de ser esperanzadora y no un fin de ciclo. Messi, Scaloni y todo el grupo salió fortalecido. Y tan solo un par de años después, en otra Copa América, lo demostraron. 

Es lo lindo del fútbol. La revancha. En 2021 Conmebol debía organizar otra Copa América para ajustar los calendarios, y la pandemia complicó todo. La idea era que Argentina y Colombia organizaran, pero por logística lo más viable era Brasil, nuevamente, en un formato nuevo de dos grupos. 

La Selección de Scaloni, más ensamblada y con un XI más claro, empezó a jugar partidos y a jugar mejor al fútbol con un Messi pletórico. Gambeteador, asistidor, goleador y, sobre todo, líder. Era el capitán de un grupo de jóvenes que lo arropaba. Era una Argentina que en el primer tiempo se presentaba marcándote un gol y luego se defendía bien con Otamendi, Romero y el Dibu Martínez. Pasaron la fase de grupos sin sufrir, golearon a Ecuador y pasaron a Colombia en semis por los penales. Así como Romero vs. Holanda en Brasil 2014, Dibu Martínez se hizo gigante, atajando hasta tres penales. Exhibición histórica. Y en la final esperaba Brasil.

Quizás esa final fue la peor jugada por Messi con Argentina. Más enfocado en trabar, presionar y recoger las divididas que en generar circuitos de juego, dibujar diagonales con regates o situaciones de riesgo. Fue un partido de dientes apretados donde Di María, tras pase a gol de De Paul, consiguió la reivindicación con la albiceleste. El gol más importante de su carrera. Con la consagración de Leo, Ángel, Otamendi y un Agüero como actor de reparto, la camada de las finales perdidas también tenía un soplo de alivio. El equipo de Scaloni, su selección de jóvenes, había vencido a Brasil en el Maracaná, levantando un título tras 28 años.

El documental de Netflix 'Sean eternos: Campeones de América', muestra la travesía de este equipo y cómo Messi, como nunca, lideró el vestuario. Una charla motivacional magistral antes de la final recorrió al mundo, sorprendiendo a propios y extraños. No era casualidad el triunfo de la conocida 'Scaloneta', detrás del éxito deportivo estaba además el éxito humano. El de formar un grupo compenetrado y dispuesto a dejar todo en el campo y seguir la idea del técnico. Además un grupo que estaba capitaneado por el mejor de esta época.

Las eliminatorias mundialistas y la Finalissima contra Italia fue la etapa mágica de este equipo. Con toda la Argentina feliz. Aplaudiendo y admirando a Messi, quien encaró su último Mundial en plenitud. Desde 2019 la sensación es que Leo disfruta más de la Selección que de su club. Antes era al revés, sufría con Argentina y en Barcelona encontraba paz. 

Por eso Messi jugó suelto en Qatar 2022. Lo disfrutó como el niño que juega en el barrio con sus amigos. Nada parecido a Sudáfrica 2010, Brasil 2014 o Rusia 2018, donde tenía la presión de un país sediento de triunfos. 

Incluso en la inesperada derrota contra Arabia Saudita en el debut, y con el peligro inminente de devolverse en primera ronda, algo que podía ser un golpe letal para Leo y este grupo dirigido por Scaloni, el apoyo fue prácticamente íntegro. Hubo críticas, pero nada desmesurado. Finalmente el '10', como en Quito, como en Brasil 2014, como ante Nigeria en Rusia, volvió a aparecer. Gol para abrir el partido contra México (quizás su anotación más importante con Argentina), exhibición futbolística contra Polonia, su primera anotación en fases de eliminatorias mundialista contra Australia, exhibición histórico ante Holanda, paseo a Croacia y doblete en una Final del Mundo ante el antiguo campeón del torneo. 

Su segundo tiempo contra los australianos y su partido contra Holanda fue absolutamente sensacional. Probablemente allí se dio derrota del relato 'maradoniano' que la prensa le quiso calzar injustamente. Messi no es Maradona, jamás lo será, porque Leo es lo suficientemente gigante para no llevar el legado de otro a cuestas. Pero incluso así, a más de algún argentino que disfrutó de Maradona habrá soltado un 'Se parece al Diego gambeteando ingleses'. 

Contra Holanda lo de Messi fue especialmente sublime. No perdió una sola pelota. Los gambeteó a todos una y otra vez. La pisaba, se ponía de espaldas, tiraba paredes con sus compañeros y encaraba para adelante cuando olía sangre. Su pase a gol a Molina, para el 1-0 parcial, jamás será olvidado. Tampoco la icónica celebración ante van Gaal luego del 2-0 y el 'Qué mirás bobo' a Wout Weghorst tras terminar el partido. 

Messi protege la pelota contra Frenkie de Jong, de Holanda, durante los cuartos de final de Qatar 2022.

Porque sí, en Qatar 2022 se vio al Messi más feliz y el más completo de todos. Curiosamente el Leo más argentino. El de potrero, el líder que motiva y el mejor que juega a la pelota. 

Viendo todo en retrospectiva, la historia de Messi con Argentina no puede ser más perfecta. Tocó la cima del mundo con 35 años, liderando a uno de los mejores equipos del último lustro y ganando la mejor final de la historia de los mundiales. Un camino perfecto; con caídas, desprecios y reivindicación. Convertirse profeta en su tierra nunca es fácil, pero Leo lo logró. 

Emmanuel Rondón

Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes. 

Emmanuel Rondón

Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes. 

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