Hace tres semanas la gente de East Palestine, en Ohio, tuvo que enfrentarse a una realidad de ciencia ficción. Un tren de la empresa Norfolk Southern Railroad, cargado de peligrosos y nocivos productos químicos, se descarriló en la pequeña ciudad obrera, en la frontera con el estado de Pensilvania, provocando el riesgo de un desastre natural.
Las imágenes y videos en redes sociales no se hicieron virales sino hasta una semana después. Eran impactantes. Una enorme nube negra cubría parte de la ciudad. Se reportaban animales muertos, aguas contaminadas y una dificultad pasmosa para respirar.
Enseguida llegaron las teorías. ¿Por qué nadie hablaba de ese accidente?, ¿dónde están las Greta Thunberg o las Alexandria Ocasio-Cortez para denunciar este desastre químico que podría afectar gravemente al medioambiente?
La realidad es que, en efecto, la información no abundaba. El accidente apenas había recibido atención nacional. Solo se podían encontrar algunos cables de noticias de AP o reportes de prensa local.
Pero las denuncias de la poca cobertura del accidente se entrelazaron con los derribos de objetos voladores no identificados por parte de las fuerzas aéreas americanas. Y llegó la especulación a los usuarios en redes, quienes preguntaban: ¿están acaso queriendo desviar la atención del desastre en Ohio con los Ovnis?, ¿qué está ocurriendo realmente en East Palestine?
Casi inmediatamente se viralizaron publicaciones alarmistas comparando el accidente de Ohio con Chernóbil en todas las redes sociales, especialmente TikTok y Twitter, y en diferentes idiomas. Pero era eso: alarmismo y especulación, que se generó en parte gracias a la poca información oficial suministrada por las autoridades.
La realidad es que la colisión del tren provocó incendios. Fueron 50 vagones descarrilados. En la carga había productos químicos como el peligroso cloruro de vinilo u otras sustancias como fosgeno y el cloruro de hidrogeno. El riesgo de una explosión era inminente, y si eso sucedía, las consecuencias medioambientales pudieron ser catastróficas. Sin embargo, las autoridades sanitarias actuaron rápido.
Ante el riesgo de una explosión potencialmente mortífera y cuyas consecuencias eran incalculables, las autoridades optaron por organizar una quema controlada en columnas de humo para liberar las toxinas de las sustancias químicas. Los residentes de East Palestine fueron evacuados de emergencia y, una vez terminaron los incendios, para el 9 de febrero, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. informó al público que los ciudadanos que podían volver a sus casas ya que el control de aire y agua arrojaban niveles normales de pureza y que no había mayor contaminación.
Y los grandes medios, basándose únicamente en los reportes oficiales, dijeron en principio que ya todo estaba en orden. Sugerían, prácticamente, que el accidente en East Palestine estaba controlado y no había riesgos, en aras de que se cierre el capítulo y la especulación.
Pero más allá de que el accidente en East Palestine no fue un desastre nuclear como Chernóbil, había denuncias que no podían obviarse.
En diversos medios de prensa locales y redes sociales se reportó que animales silvestres, domésticos y hasta peces estaban muriendo luego del accidente y la quema controlada, aparentemente como consecuencia de la contaminación.
Los arroyos de la zona también lucían tremendamente contaminados. En los videos el agua se ve turbia.
Asimismo, un reporte de ABC News generó mucha preocupación y desconfianza, pues salió a la luz que los vagones, además del cloruro de vinilo, el fosgeno y el cloruro de hidrogeno, también contenían otros productos químicos como éter monobutílico de etilenglicol, acrilato de etilhexilo e isobutileno, sustancias no reportadas por las autoridades en primera instancia.
"Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el contacto con el acrilato de etilhexilo, un cancerígeno, puede causar quemaduras e irritación de la piel y los ojos, y su inhalación puede irritar la nariz y la garganta, provocando dificultad para respirar y tos", reseñó ABC News. "La inhalación de isobutileno también puede provocar mareos y somnolencia, mientras que la exposición al éter monobutílico de etilenglicol puede causar irritación en los ojos, la piel, la nariz y la garganta, así como hematuria, o sangre en la orina, depresión del sistema nervioso, dolor de cabeza y vómitos".
Ahí llega lo más grave: los residentes, desde que volvieron a sus hogares, han reportado terribles olores que les producían diversos síntomas como jaquecas, irritación en los ojos, problemas para respirar, náuseas y dolores estomacales. Muchos terminaron acudiendo a los hospitales.
Un productor de campo del Daily Wire, Andrews Carter, quien estuvo en East Palestine la semana pasada, confirmó a Americano Media las denuncias de los intolerables olores que prácticamente se extendían por toda la ciudad.
"Fue extraño, por no decir otra cosa. Toda la ciudad desprendía un olor químico y empecé a sentir dolor de cabeza muy pronto", dijo Carter a Americano Media. "Mi colega y yo hablamos con varios lugareños. La mayoría estaban asustados o preocupados. Algunos estaban enfadados porque el gobierno no hacía más. Muchos tenían la impresión de que su salud y su bienestar eran menos prioritarios que la reactivación del ferrocarril. Todavía se sienten ignorados".
El productor afirmó que muchos ciudadanos locales, definitivamente, no confían en las autoridades y también que en las tiendas y hogares los olores eran mucho más fuertes volviéndose casi imposible mantenerse por más de unos pocos minutos en sitios cerrados.
"El olor era más fuerte en el lugar del accidente, pero toda la ciudad apestaba a productos químicos. El olor también penetró en varias casas y negocios e hizo casi imposible estar dentro durante más de unos minutos seguidos. Mi reportero y yo estábamos entrevistando a un señor dentro de su negocio cuando tuve que interrumpir la conversación para pedirle que sacaran la entrevista fuera. El olor a productos químicos que desprendía el interior de su establecimiento me provocaba lagrimeo y escozor en los ojos, así como malestar estomacal", dijo el productor. "Muchos de los residentes no confían en los expertos".
Según AP, en los últimos días, los olores han disminuido. Pero, aún así, los residentes siguen muy preocupados por las consecuencias medioambientales y de su salud del accidente. De hecho, tal y como reporta el New York Times, los granjeros cercanos al accidente están evaluando seriamente si continuar sembrando o criando animales en sus terrenos luego de que muchos de sus pavos, gallinas o caballos sufrieran las consecuencias de los incendios controlados, que igual produjeron contaminación.
Mientras tanto, las autoridades, a pesar del contexto negativo, piden la confianza del público: "Les pido que confíen en el gobierno. Sé que es difícil. Sabemos que hay una falta de confianza", afirmó la semana pasada Michael Regan, administrador de la EPA.
Pero es complicado para los residentes de East Palestine confiar en los expertos cuando no existe un consenso sobre las consecuencias del accidente.
Dana Barr, profesora de salud ambiental de la Facultad de Salud Pública Rollins de la Universidad de Emory, dijo que el cloruro de vinilo, la sustancia más peligrosa abordo del tren, es bastante inestable, y cuando hierve se evapora a temperatura ambiente, entonces su vida útil en el medio ambiente es poca.
"Si hubiera una cantidad muy pequeña de cloruro de vinilo en una zona, se evaporaría en cuestión de minutos u horas como máximo", afirmó la experta a CNN. "Pero el problema al que se enfrentan aquí es que no se trata sólo de una pequeña cantidad, por lo que si no pueden contener lo que entra en el agua o lo que entra en el suelo, pueden tener esta continua emisión de gases de cloruro de vinilo que ha entrado en estas áreas".
"Probablemente me preocuparían más los productos químicos en el aire en el transcurso del próximo mes", sentenció.
Ahora, este 24 de febrero, un grupo de investigadores independientes de la Universidad A&M de Texas, usando datos públicos de la EPA, contradijeron a los reguladores afirmando que existen sustancias tóxicas en el aire de Ohio que podría ser perjudicial al largo plazo.
"Tres semanas después del descarrilamiento del tren tóxico en Ohio, un análisis independiente de los datos de la Agencia de Protección Ambiental ha encontrado nueve contaminantes atmosféricos en niveles que, si persisten, podrían plantear problemas de salud a largo plazo en East Palestine y sus alrededores", reportó The Washington Post. "El análisis de los investigadores de la Universidad A&M de Texas contrasta con las declaraciones de los reguladores estatales y federales de que el aire cerca del lugar del accidente es completamente seguro, a pesar de que los residentes se quejan de erupciones cutáneas, problemas respiratorios y otros efectos sobre la salud".
Ante la poca confianza en los reguladores federales y estatales, que han intentado las últimas semanas mejorar sus comunicaciones, incluso yendo a las casas de los residentes y organizando reuniones municipales, los ciudadanos locales un poco más acaudalados están pagando a contratistas independientes para analizar la los niveles de contaminación del aire y el agua.
Por ejemplo está el caso de la señora Maggie Guglielmo, de 67 años, quien no quedó satisfecha en cómo las autoridades evaluaron la calidad del aire dentro de su tienda, ubicada a pocas cuadras del accidente de tren, y pagó hasta 900 dólares por una segunda opinión.
Para los residentes de East Palestine también es difícil confiar en el Gobierno federal cuando el propio presidente Joe Biden decidió primero visitar Kiev, capital de Ucrania, antes que la pequeña ciudad en Ohio, que no queda a más de dos horas de Washington en avión. O que para recibir la visita del criticado secretario de transporte, Pete Buttigieg, primero haya tenido que viajar a Ohio el expresidente Donald Trump acompañado con grandes donaciones de agua y productos de limpieza.
"Esto es realmente América, justo aquí; estamos de pie en América", dijo Trump hace dos días, desde East Palestine. "Desafortunadamente, como ustedes saben, en demasiados casos, su bondad y perseverancia se encontraron con la indiferencia y la traición en algunos casos".
"Biden y FEMA dijeron que no enviarían ayuda federal a East Palestine bajo ninguna circunstancia. No van a enviar ayuda. Me pareció una declaración extraña porque llevo mucho tiempo trabajando con la FEMA —cuatro años— y se portaron estupendamente con nosotros con los tornados o los huracanes y cosas así", denunció el expresidente. "Y fue una declaración extraña salir y que no estaban haciendo nada por ti. Tenían la intención de no hacer absolutamente nada por ti".
Ahora FEMA y el Gobierno federal están enviando ayuda y presionando más activamente a Norfolk Southern Railroad para que asuma las consecuencias del accidente y limpie su desastre en Ohio. Algo con lo que los republicanos están de acuerdo.
De hecho, el descontento con las autoridades no solo se debe a que figuras como Biden o Buttigieg se hayan tardado o directamente no hayan visitado la zona afectada, también se debe a el Gobierno federal tardó casi dos semanas en anunciar un despliegue de médicos y toxicólogos para realizar pruebas de salud pública por los tóxicos vertidos tras el descarrilamiento.
La visita de Buttigieg a East Palestine, un día después del viaje de Trump, por cierto, no fue muy exitosa. La reportera de Turning Point USA, Savanah Hernandez, abordó al secretario de transporte cuestionándolo por tardar prácticamente tres semanas en visitar la pequeña ciudad en Ohio y pidiéndole declaraciones sobre si renunciará ante la crisis de confianza. Buttigieg no respondió las preguntas y, en cambio, su secretaria de prensa increpó a Hernandez por hacer las preguntas "de forma agresiva". El vídeo es viral y los medios están criticando la actitud del secretario, quien ha cometido varios errores en las últimas semanas, especialmente al inicio del accidente.
Lo cierto es que, a tres semanas del accidente, los residentes de East Palestine todavía están preocupados por su futuro. No porque hayan sufrido una catástrofe natural como plantearon indiscretamente en redes sociales, sino porque tienen que aferrarse a la buena voluntad de unas autoridades que no fueron claras en sus primeros informes sobre el accidente; autorizaron la vuelta de los ciudadanos a sus hogares cuando persistían olores intensos por los incendios y tuvieron que pasar semanas para que llegara la ayuda federal.
Eso sin contar la poca disposición de las agencias sanitarias para dar entrevistas y tranquilizar a los residentes de la pequeña East Palestine, que en definitiva, lo único que quieren es garantías de poder llevar una vida normal.
Americano Media se puso en contacto con EPA para consultar sobre las consecuencias de los fuertes olores en East Palestine y algunas preocupaciones generales planteadas por los ciudadanos. La agencia no respondió las preguntas enviadas al momento de publicar este artículo.
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.