'Los archivos de Twitter' siguen revelando documentos y evidencia interna que expone cómo la antigua administración de Twitter empezó a perjudicar deliberadamente a cuentas conservadoras por sus opiniones políticas. En la más reciente edición, a cargo de la periodista independiente Bari Weiss, se mostró al mundo cómo se tomó la decisión de suspender permanentemente al expresidente Donald Trump de Twitter. La conclusión es evidente: el republicano fue desplazado sin haber violado las normas de incitación a la violencia.
Dos tweets que no violaron normas de la plataforma
De acuerdo con Weiss, los antiguos equipos de Twitter, encargados de la moderación de contenido, analizaron dos tweets del expresidente antes de decidir la polémica suspensión.
El primero, publicado el 8 de enero a las 6:46 AM, decía: “Los 75 000 000 grandes patriotas estadounidenses que votaron por mí, AMÉRICA PRIMERO y HACER AMÉRICA GRANDE OTRA VEZ, tendrán una VOZ GIGANTE en el futuro. ¡¡¡No se les faltará el respeto ni se les tratará injustamente de ninguna manera o forma!!!”.
El segundo, publicado una hora más tarde, dejaba en claro que Trump no asistiría a la toma de posesión del presidente Joe Biden: “A todos los que han preguntado, no iré a la Inauguración el 20 de enero”.
Por años, Twitter había tomado la decisión de desplazar o censurar a líderes de Estado para no ocultar al público información importante a la que se debe tener acceso para que sea objeto de debate, explicó Weiss en sus extenso hilo de más de cuarenta tweets.
Sin embargo, con Trump, la situación fue diferente. Pues tal y como explicaron los autores independientes Michael Shellenberger y Matt Taibbi, quienes también están trabajando en la publicación de los Twitter Files, hubo voces externas que presionaron activamente por la suspensión del expresidente. Muchas de ellas muy influyentes. Por ejemplo, la antigua primera dama, Michelle Obama, pidió la suspensión en público.
A medida que la presión externa para suspender a Trump aumentaba, la presión interna de los trabajadores de Twitter también crecía. Solo algunos pocos empleados, que curiosamente vivían en países con fuertes restricciones a la libertad de expresión, se opusieron al desplazamiento del expresidente.
“Tal vez porque soy de China”, dijo un empleado de Twitter el 7 de enero que no estaba a favor de la suspensión, “entiendo profundamente cómo la censura puede destruir la conversación pública”.
Pero la mayoría de los empleados quería suspender a Trump y, de hecho, presionaron de forma privada y pública a la antigua directiva que estaba dispuesta a tomar esa decisión.
Por ejemplo, el 8 de enero, The Washington Post publicó una carta abierta firmada por más de 300 empleados de Twitter al CEO Jack Dorsey exigiendo el desplazamiento de Trump.
"Pero el personal de Twitter asignado para evaluar los tuits concluyó rápidamente que Trump *no* había violado las políticas de Twitter", explicó Weiss, en un giro de los acontecimientos que finalmente fue ignorado por la antigua directiva de Twitter.
“Creo que nos sería difícil decir que esto es incitación”, escribió un miembro del personal sobre el primer tweet publicado por Trump el 8 de enero.
"No vea el ángulo de incitación aquí", dijo otro sobre el mismo tweet.
“Está bastante claro que está diciendo que los 'Patriotas estadounidenses' son los que votaron por él y no los terroristas (podemos llamarlos así, ¿no?) del miércoles”.
Tras varios mensajes, Anika Navaroli, funcionaria de políticas de Twitter, escribió: “Tampoco veo una incitación clara o codificada en el tuit del DJT (...) Responderé en el canal de elecciones y diré que nuestro equipo evaluó y no encontró vios”—o violaciones— “para el DJT”.
El segundo tweet de Trump, mucho más corto y preciso, fue catalogado contundentemente por el equipo como un post que no incitó a la violencia.
Diferencias en el trato
Mientras Trump estaba siendo investigado por dos tweets que no incitaban a la violencia de ninguna manera, ni directa o indirecta, otros presidentes que habían llamado a la violencia seguían estando en Twitter sin ningún tipo de problema.
Por ejemplo, Weiss expuso el caso del el ayatolá Ali Khamenei de Irán, quien en junio de 2018 tuiteó: “ #Israel es un tumor canceroso maligno en la región de Asia occidental que debe extirparse y erradicarse: es posible y sucederá”. ¿Qué ocurrió? Twitter no borró el tweet y tampoco desplazó al líder iraní.
La periodista también explicó varios casos más, como el del antiguo primer ministro de Malacia, Mahathir Mohamad, quien en 2020 dijo que era “un derecho” de los musulmanes “matar a millones de franceses”. Su tweet fue eliminado pero, de todas formas, él siguió en la plataforma.
Con Trump el trato fue muy distinto. "Los ejecutivos de Twitter prohibieron a Trump, a pesar de que miembros clave del personal dijeron que Trump no había incitado a la violencia, ni siquiera de una manera 'codificada'", explicó Weiss.
Vijaya Gadde, jefa de Asuntos Legales, Políticas y Confianza de Twitter, por ejemplo, preguntó al equipo que había determinado que Trump no violó las normas de incitación a la violencia si los tweets del expresidente no se trataban de "incitación codificada a más violencia".
Luego de Gadde, otros empleados de Twitter en el “equipo de aplicación escalado” sugirieron que el tuit de Trump pudo haber violado la política de glorificación de la violencia de Twitter si se interpretaba que “Patriotas estadounidenses” fue utilizado para referirse a los alborotadores y no a sus votantes.
Otros fueron mucho más allá e incluso compararon los mensajes de Trump como los del "líder de un grupo terrorista responsable de la violencia/muertes comparable al tirador de Christchurch o Hitler y sobre esa base y en la totalidad de sus tuits, debería ser eliminado de la plataforma”.
Luego de que Weiss publicara el nuevo hilo, Elon Musk, el nuevo CEO de Twitter, dejó una impresión contundente al respecto: "Ante la presión de cientos de empleados activistas, Twitter desplazó a Trump, presidente de EEUU en funciones, aunque ellos mismos reconocen que no violó las normas".
Y es que, luego de que Trump finalmente fuera desplazado, los empleados de Twitter (en su gran mayoría donantes demócratas) celebraron por todo lo alto la suspensión del expresidente e incluso admitieron que no se sentían cómodos en su rol de "árbitro" imparcial sugiriendo que estaban dispuestos a tomar más funciones en la moderación de contenido.
“Durante mucho tiempo, la postura de Twitter fue que no somos el árbitro de la verdad”, escribió uno de los empleados, “lo cual respeté pero nunca me dio una sensación cálida y confusa”.
Los empleados, incluso, solicitaron públicamente al día siguiente de la suspensión dedicarle más tiempo a abordar la “desinformación médica” lo antes posible. Esto fue una clara demostración de que el criterio subjetivo en la moderación de contenido dentro de la plataforma estaba ganando cada vez más espacio. Lo cual aumentaba el riesgo de censura contra voces conservadoras.
Al final de su reporte, Weiss explicó que, "En última instancia, la preocupación por los esfuerzos de Twitter por censurar noticias sobre el portátil de Hunter Biden, incluir en una lista negra opiniones desfavorables y prohibir la entrada a un presidente no tiene que ver con las decisiones pasadas de los ejecutivos de una empresa de medios sociales", sino que "se trata del poder de un puñado de personas de una empresa privada para influir en el discurso público y en la democracia".
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.