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Estados Unidos alerta sobre influencia rusa propagada por América Latina

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Un artículo en español fechado en Moscú y con un titular provocativo apareció por primera vez a principios de agosto, sugiriendo que se estaba produciendo algo irregular en Ucrania.

“¿Por qué se transfieren objetos sagrados desde Ucrania a Occidente?” preguntaba, describiendo un esfuerzo por enviar reliquias religiosas ucranianas a Estados Unidos y a otros países saqueando las riquezas del país con el pretexto de salvarlas de la destrucción en la guerra entre Kiev y Moscú.

Pero según funcionarios estadounidenses, la verdadera artimaña estribó en el artículo en sí, un ejemplo adelantado de una operación de influencia rusa destinada a ganarse corazones y mentes para la causa de Rusia en toda América Latina.

Incluso la autora, que figura como Nadia Schwarz, puede ser un producto imaginado.

«Honestamente, no sé si ese es un nombre real o no», dijo a la Voz de América un funcionario del Departamento de Estado de EEUU quien habló bajo condición de anonimato, describiendo el artículo como «una falsedad flagrante, simplemente».

El funcionario que analiza los detalles de la operación de influencia rusa dijo que es difícil saber si el artículo logró alguna interacción.

La organización que publicó el artículo, Pressenza, no muestra páginas vistas en su sitio digital. Y una publicación en X, antes conocida como Twitter, obtuvo sólo 24 visitas.

El funcionario estadounidense dijo que la falta de atención es sólo una prueba de que la operación rusa todavía está «en sus etapas iniciales».

«En realidad no ha despegado», explicó el funcionario. «Lo que habrían hecho originalmente con este artículo, el tipo de amplificación que probablemente les hubiera gustado ver: la infraestructura completa no está ahí».

Y esa es, dijo, la razón por la que Estados Unidos decidió hacerlo público, emitiendo una declaración a principios de este mes, el 7 de noviembre, describiéndola en detalle.

El Departamento de Estado describió el esfuerzo ruso como una “campaña de desinformación continua y bien financiada” que abarca al menos 13 países, desde Argentina y Chile en el sur hasta México en el norte.

El plan, según funcionarios estadounidenses, era que las empresas rusas de relaciones públicas y de Internet reclutaran a periodistas, personas influyentes y líderes de opinión pública latinoamericanos, para sembrar sus publicaciones y transmisiones con contenido favorable a Moscú y al mismo tiempo ocultar cualquier vínculo con el Kremlin.

«Han tenido cierto éxito en el uso de RT [Russia Today] y Sputnik en América Latina», dijo el enviado especial y coordinador del Centro de Participación Global del Departamento de Estado, James Rubin.

“La diferencia aquí es que están tratando de operar subrepticiamente. Están intentando crear contenido en Rusia y lavarlo a través de periodistas latinoamericanos”, dijo Rubin a la VOA. «Están cooptando encubiertamente a los medios locales y a personas influyentes para difundir desinformación y propaganda».

Además de Pressenza, con sede en Italia y Ecuador, y que publica en ocho idiomas, incluidos español, portugués e inglés, la supuesta red incluye el sitio de noticias El Ciudadano de Chile, así como sitios web que sirven a Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Los funcionarios estadounidenses dijeron que no está claro cuántos de los periodistas y líderes de opinión son conscientes de que están recibiendo desinformación rusa, aunque un alto funcionario del Departamento de Estado aseguró a la VOA: «Definitivamente, hay algunos participantes dispuestos».

Otros involucrados en la red pueden ser los llamados «tontos útiles», que simpatizan con los puntos de vista rusos, pero desconocen que las instrucciones provienen del propio Moscú.

Tanto Pressenza como El Ciudadano niegan las acusaciones estadounidenses.

«Pressenza es un periódico que, a lo largo de los años, ha intentado dar voz a quienes, en estos campos, se oponen a los procesos de rearme, a los procesos de militarización y a las guerras», dijo Antonio Mazzeo, de Pressenza, en la respuesta de la publicación a principios de esta semana.

«Temo una represión, una restricción de la libertad de expresión», añadió Mazzeo. «Esto es lo que debería preocupar a cualquier ciudadano».

Oleg Yasinsky, de El Ciudadano, también rechazó las acusaciones de Estados Unidos.

«De repente se dieron cuenta de que algunos periodistas independientes de un país lejano escribieron algo sin consultarlos», escribió Yasinsky, según una traducción de Google de su respuesta.

“¿Por qué al Departamento de Estado le importa lo que se publica en América Latina?” añadió Yasinsky. “Sus medios y redes sociales controlan el espacio mediático de la mayor parte del mundo para exponer nuestros insidiosos complots. ¿No es suficiente?”.

Pero los funcionarios estadounidenses acusan a Yasinsky, que se identifica como ucraniano, de ser el hombre clave de la operación de influencia rusa.

Yasinsky es «la figura clave aquí, que realmente está tratando de orquestar esto, que está tratando de construir esta red de potenciales tontos útiles», dijo el funcionario del Departamento de Estado a la VOA, diciendo que aquel parece tener su base en Chile, aunque también ha operado de Europa.

La nota del Departamento de Estado de principios de este mes decía que es Yasinsky quien mantiene y aprovecha la naciente red de periodistas de habla hispana y portuguesa fundamentales para blanquear la desinformación rusa y hacerla pasar como noticias y opiniones locales.

Sin embargo, los funcionarios en Washington dicen que el contenido proviene directamente de tres empresas, todas ellas vinculadas al Kremlin: la Agencia de Diseño Social (SDA, por sus siglas en inglés), el Instituto para el Desarrollo de Internet y Structura.

Las tres compañías desarrollan temas para artículos de noticias de acuerdo con las prioridades de Moscú, los escriben en español y luego los distribuyen en su red latinoamericana, donde los periodistas y editores locales se aseguran de que el idioma tenga un sabor local que tenga más probabilidades de ser aceptado por los lectores y, tal vez, ser recogido por los principales medios de comunicación.

Los funcionarios estadounidenses dijeron que algunos de los primeros esfuerzos incluso han implicado contratar a periodistas o analistas en programas de radio para hablar sobre sus informes.

«Están tratando de difundir esta información a través de múltiples fuentes», dijo el funcionario del Departamento de Estado. «Realmente quieren espaciarlo y que parezca orgánico».

Al igual que Pressenza y El Ciudadano, Rusia también ha rechazado las afirmaciones de Estados Unidos.

«La administración de Estados Unidos, una vez más, culpa infundadamente a Rusia de todos los pecados», sostiene una publicación en el canal Telegram de la embajada rusa.

«Nos atribuye el uso de su método favorito: la interferencia en los procesos políticos internos de los estados independientes», afirmó el comunicado de la embajada. “La razón es simple: Estados Unidos está perdiendo popularidad en esta región debido a aspiraciones neocoloniales e intentos de imponer su voluntad a otros”.

Sin embargo, los funcionarios estadounidenses dijeron que la razón por la que dieron la alarma sobre la operación de influencia es para que las personas a las que apuntan los actores vinculados a Rusia puedan decidir por sí mismas.

“Queremos asegurarnos de que en toda la región todas las partes relevantes interesadas, las organizaciones académicas, los think tanks [centros de pensamiento], las ONG [organizaciones no gubernamentales] y especialmente los propios periodistas sepan acerca de esta operación para que puedan juzgar lo que ven, leen y escuchan entendiendo que los rusos pueden estar manipulando secretamente la situación”, zanjó Rubin.

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