Algunos dicen que es el mejor rapero de la historia. Yo coincido. No tanto por su música, sino por la influencia tan determinante que ha tenido en la industria. Kanye West cambió el juego cuando lanzó My Beautiful Dark Twisted Fantasy, en el 2010. Ya había logrado hitos importantes en el género; pero a partir del 2010, se fue consolidando como una fuerza innovadora, disruptiva y decisiva en el mercado.
Desafortunadamente, Kanye no es una persona sana mentalmente. Por muchos años la audiencia vio sus episodios de bipolaridad —de la que recientemente fue diagnosticado— como parte de su puesta en escena. Era entretenido. Era indomable. Taylor Swift lo sufrió, y muchos dijimos que tenía razón. Que Beyoncé era más talentosa que Taylor.
Los medios lo consintieron hasta que empezó a tener opiniones políticas incómodas para el establecimiento. Kanye West pasó de ser un mimado rapero liberal a una fuerza conservadora, a propósito del expresidente Donald Trump. Cuando Kanye apoyó a Trump, se acabó la luna de miel. Kanye, quien hasta entonces entretenía a todos por sus episodios de ira y locura, empezó a ser atacado.
Kanye West ya no solo era un rapero indomable y agitador. Ahora era un influencer indomable. Era libre. Decía lo que nadie se atrevía a decir, por miedo a la aplanadora mediática del establecimiento. Esa misma aplanadora que lanzó su artillería contra Kanye por sus posturas conservadores, y que quedó muy mal en el camino. Pero, lamentablemente, también existen los oportunistas, que supuestamente están con el rapero.
Él ha sido honesto con respecto a sus problemas mentales. Sufre de bipolaridad y todos fuimos testigos de esto cuando empezó a tener problemas con su entonces esposa y madre de sus hijos, Kim Kardashian. Era evidente que Kanye West es un hombre enfermo, pero extremadamente talentoso. Y, para cuidar el talento, hay que tratar la enfermedad.
Kanye West intentó ser presidente de Estados Unidos en el 2020 y, como se esperaba, fracasó rotundamente. Ahora vuelve a intentarlo, pero junto a una parvada de cuervos que lo acompaña hasta poder servirse de su cadáver. Nos enteramos por TMZ que Milo Yiannopoulos, el bloguero caído en la irrelevancia, cobró más de $100 mil para asesorar a Kanye en su nueva campaña a las elecciones del 2024. También está el delirante Nick Fuentes, aparentemente trabajando en una campaña que aún no está constituida. Desde que ambas figuras aparecieron, Kanye ha dicho lo siguiente en medios: los judíos están detrás del poder mediático del mundo y tienen una conspiración contra él y todos; Hitler es un personaje interesante en la historia que hizo grandes cosas; y el Holocausto no es lo que cuentan los libros de historia.
De hecho, lo que ha dicho, textualmente, es mucho más grave. Y, como debía ocurrir, todos los medios lo cancelaron. Lo están atacando y hasta Elon Musk, quien le permitió el regreso a Twitter hace unos días, lo sacó de la plataforma.
Por supuesto que la última espiral de antisemitismo en la que se encuentra Kanye West es inaceptable. Por supuesto que debe asumir las consecuencias y el costo debe ser altísimo. Pero no creo que Kanye sea alguien genuinamente malo, que piense en que estuvo bien que mataran a 6 millones de judíos. Pienso que Kanye West es una persona verdaderamente enferma, de la que una tropa de parásitos, interesados en su masiva fortuna, se aprovecha. Una tropa de parásitos que lo han manipulado hasta llevarlo a cometer el suicido profesional del que ya será imposible salvarse.
Ojalá, sin embargo, haya redención. Kanye West es un gran artista y el mundo necesita más de su talento.