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Iván Duque: su nueva biografía La revolución del centro, Duque en la Casa de Nariño – Partidos Políticos – Política

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EL TIEMPO publica un fragmento del primer capítulo del libro La revolución del centro, Duque en la Casa de Nariño, escrito por Carlos Mauricio Muñoz y publicada por Villegas Editores. Narra, además, cómo se preparó para ser presidente y sus momentos más duros como mandatario.

Las leyes y la filosofía

Cuando terminó el colegio, Iván Duque quería prestar el servicio militar obligatorio, pero la luxación en la rodilla se lo impidió. En ese momento, entró en un período de rebeldía: le dijo a su padre que se iba a tomar seis meses para analizar cuál sería su rumbo, su futuro. Además, le anunció que, durante ese tiempo, no iba a hacer nada. Ante la negativa del joven de seguir los consejos de su papá, una mañana recibió una llamada de Bernardo Gaitán Mahecha, el exalcalde de Bogotá, quien lo invitó a almorzar a su casa.

Iván Duque llegó puntual a la cita. Después del saludo, Bernardo Gaitán lo invitó al comedor. Mientras una empleada servía dos platos de merluza en salsa verde con almejas, los dos hombres se dedicaron a hablar sobre el fin del apartheid en Sudáfrica y la aparición de un nuevo líder mundial: Nelson Mandela.

En mitad del almuerzo, Bernardo Gaitán le hizo una pregunta:

–Y usted, ¿qué anda haciendo, Iván? ¿A qué se dedica?

–Por ahora, nada. Quiero tomarme un tiempo antes de entrar a la universidad. Por lo menos unos seis meses.

–No, no, mijo. Usted no puede quedarse seis meses sin hacer nada. Cada segundo de la vida es muy valioso para que uno lo desperdicie mirando el techo o una pared. ¿Sabe qué le recomiendo?

–Dígame, doctor Mahecha.

–Yo le recomiendo que entre a estudiar derecho a la Universidad Sergio Arboleda.

Bernardo Gaitán, además de ser un destacado político y diplomático, era una de las principales figuras jurídicas del país. Había sido decano de la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia y de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana. Además, se había desempeñado como ministro de Justicia entre 1982 y 1983.

Iván Duque visita región del Catatumbo

Momento en que el presidente Iván Duque inaugura una planta extractora de aceite de palma en Tibú, en la región del Catatumbo.

Foto:

Mauricio Dueñas / EFE

–¿Por qué la Sergio Arboleda?

–Yo soy uno de los fundadores de la universidad. Y escúcheme bien, Iván: allá, el programa de Derecho, además de la parte jurídica, tiene un componente muy alto de filosofía. A mí me ha dicho su papá que a usted le agrada la filosofía, que anda leyendo a Sartre, que la otra vez lo vio subrayando unos párrafos de Los caminos de la libertad. En la Sergio Arboleda usted va a poder estudiar Derecho, enfocándose en la filosofía.

Iván Duque entró a estudiar Derecho en la Universidad Sergio Arboleda y allí conoció a una persona que influyó notoriamente en su vida: Álvaro Gómez Hurtado, un destacado abogado, político, periodista, docente y escritor bogotano, quien ha sido considerado una de las figuras más influyentes en Colombia, en la segunda mitad del siglo XX.

En aquel entonces, el gobierno del presidente de Colombia, Ernesto Samper, atravesaba una crisis sin precedentes, cuando se descubrió que su campaña presidencial había sido financiada en parte con dineros del cartel de Cali, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo. Álvaro Gómez, desde su trinchera del periodismo de opinión, empezó a criticar el establecimiento oficial, al que denominó “El Régimen”. Más allá de la salida de Samper, lo que pedía Gómez Hurtado era que, por el bien del país se debía cambiar el sistema de gobierno que, desde mucho tiempo atrás, se sustentaba en una compleja red de tráfico de influencias y de corrupción. Por este tipo de críticas, fue señalado abiertamente como uno de los opositores más fuertes del gobierno de Samper.

Iván Duque Márquez
Foto:

Raul Arboleda / AFP

Álvaro Gómez Hurtado era uno de los fundadores de la Universidad Sergio Arboleda y, además, era docente de Historia Constitucional. Cuando Iván Duque llegaba temprano a la universidad, muchas veces se encontraba con Gómez Hurtado y se tomaban un café en su oficina:

–Duque, ¿qué está leyendo?

–Las manos sucias, de Sartre, y La genealogía de la moral, de Nietzsche.

–No, usted no debe ser desordenado en las lecturas –Álvaro Gómez se levantó del escritorio y dio unos pasos hacia la biblioteca que estaba a sus espaldas. Buscó un libro, lo tomó y se lo entregó–. Si quiere profundizar en la filosofía, debe explorar primero el mundo de los griegos.

Iván Duque recibió el libro. Se trataba del primer tomo de Paideia: los ideales de la cultura griega, de Werner Jaeger. En esta obra se destaca el espíritu griego como una fuerza incesante que apela, ante todo, a la educación. El mundo artístico helénico se encuentra compuesto por miles de elementos pedagógicos y políticos que apuntan a la formación integral de los seres humanos.

–Cuando lo termine de leer, lo comentamos –le dijo Álvaro Gómez Hurtado.
En la época de la Universidad Sergio Arboleda, uno de los mejores amigos de Iván Duque era Francisco Barbosa, a quien recogía en su carro para ir a clases. En el camino escuchaban música rock, pero a veces, también oían los discursos de Jorge Eliécer Gaitán. La mañana del 2 de noviembre de 1995, Iván Duque y Francisco Barbosa se encontraron en un pasillo de la universidad con Álvaro Gómez Hurtado. Estaba vestido con un pantalón color caqui, una camisa a cuadros y una chaqueta de gamuza:

Álvaro Gómez Hurtado
Foto:

Luz Helena Castro.Archivo El Tiempo

–Iván, Francisco… –los saludó– Tenemos que reunirnos para hablar de paideia, pero tiene que ser la próxima semana. Hoy tengo un almuerzo campestre y luego, la inauguración de un nuevo edificio de la universidad.

Iván Duque y Francisco Barbosa se fueron a las clases del profesor Gregorio Rodríguez. De pronto, escucharon una ráfaga de disparos fuera de la universidad. Al parecer, había ocurrido un atentado. Cuando salieron a la calle, contemplaron una imagen aterradora: Álvaro Gómez Hurtado había sido acribillado en su vehículo cuando salía del parqueadero. Un grupo de sicarios le había disparado cuatro veces en la cabeza y una vez en el pecho. Con Álvaro Gómez Hurtado, moría una de las voces morales más autorizadas de Colombia y también uno de sus más grandes pensadores políticos. La tertulia sobre paideia se aplazó para la eternidad.

El caso del Mavi Marmara

El 31 de mayo de 2010, una flotilla de seis embarcaciones avanzaba silenciosamente por el mar Mediterráneo, con rumbo a la Franja de Gaza. Al frente iba el buque Mavi Marmara, adquirido recientemente por la Fundación para los Derechos Humanos, Libertad y Ayuda –organización de caridad turca–, a fin de llevar diez mil toneladas de ayuda humanitaria para el pueblo palestino que, en aquel momento, se encontraba bajo un férreo bloqueo naval impuesto por Israel, después de que Hamas ganara las elecciones generales en el año 2006. La misión era coordinada por el movimiento Free Gaza y había sido bautizada como la “Flota de la Libertad”. En ella, viajaban 633 personas de 37 países. Los buques tenían procedencia turca, estadounidense, griega, camboyana y kiribatiana y buscaban, ante todo, romper el bloqueo impuesto por el Gobierno israelí, que consideraban injusto.

Iván Duque Márquez
Foto:

Raul Arboleda / AFP

A las 11 de la noche del 30 de mayo, la fuerza naval de Israel interceptó a la Flota de la Libertad en aguas internacionales, a 200 kilómetros de las costas de Gaza. De inmediato, la marina de guerra se comunicó con el capitán del Mavi Marmara y, a través del sistema de radio, le exigieron que se identificara y anunciara cuál era su destino. Además, le hicieron una advertencia:

–Mavi Marmara, está aproximándose a una zona de conflicto que se encuentra bajo un bloqueo naval. El Gobierno de Israel apoya el envío de ayuda humanitaria a la población civil de la Franja de Gaza y les invita a ingresarla a través del puerto de Asdod. Luego, podrán volver a sus casas en las embarcaciones en que vinieron.

–Negativo, negativo –respondió el capitán–. Gaza es nuestro destino.

Ante la negativa del capitán, a las 4:30 de la mañana del 31 de mayo, la marina de guerra hebrea asaltó la flotilla, penetrando directamente en la cubierta del Mavi Marmara. El ataque se convirtió en una tragedia que estremeció al mundo: nueve activistas turcos de la Flota de la Libertad y un periodista resultaron muertos por las fuerzas israelíes y, además, treinta personas quedaron heridas (una de ellas quedó en coma y moriría cuatro años después).

Así fue la ceremonia de posesión de Iván Duque
Foto:

Carlos Ortega / EL TIEMPO

Diferentes Gobiernos, organizaciones y líderes internacionales condenaron el asalto. Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas, le pidió a Israel que terminara el bloqueo a Gaza. El Gobierno turco, presidido por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, declaró que la actuación de la marina hebrea violaba abiertamente “los principios del derecho internacional y es un inhumano terrorismo de Estado”.

Miles de medios de comunicación abordaron la noticia y decenas de embajadores, tanto israelíes como de otros países, fueron llamados a consultas en medio de la tragedia. En el seno de las Naciones Unidas se ordenaron dos investigaciones en torno al ataque: la del secretario general y la del Consejo de Derechos Humanos. Esta última instancia emitió una resolución condenando la muerte de víctimas inocentes por parte de Israel y autorizó el envío de una misión para investigar las violaciones al derecho internacional humanitario cometidas durante el asalto. Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, logró convencer al Gobierno de Israel para que aceptara la llegada de los investigadores. El comité estaría encabezado por el ex primer ministro de Nueva Zelanda, Geoffrey Palmer y por Álvaro Uribe Vélez, el presidente de Colombia que, en pocos días, terminaría su mandato.

Desde la perspectiva jurídica, a Iván Duque le llamó mucho la atención el caso del Mavi Marmara por su complejidad: estaba relacionado con derecho internacional, derechos humanos, soberanía nacional e incluso migración. Además, en el asalto, había decenas de víctimas, detenidos y ayuda humanitaria confiscada.

Antes de que iniciara la investigación encomendada por la ONU, el presidente Álvaro Uribe Vélez seleccionó –atendiendo las recomendaciones de un consejero externo– a Iván Duque Márquez como su asesor, en el espinoso caso del Mavi Marmara.

CARLOS MAURICIO MUÑOZ.

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