La Casa Blanca advirtió este martes con llevar al gobierno de Texas ante el Departamento de Justicia, en caso de que el gobernador republicano Greg Abbott continúe en su empeño de impedir el paso de integrantes de la Patrulla Fronteriza a un parque en la frontera con México.
“Si Texas no deja de interferir la labor de la patrulla de fronteras vamos a tener que referir esto al departamento de Justicia para que tome las medidas pertinentes”, dijo la portavoz de la administración Biden en una sesión informativa con los reporteros.
En intercambio, la portavoz del Ejecutivo, Karine Jean-Pierre, acusó directamente al gobernador Abbott de poner “en peligro a las personas” así como a “las fuerzas del orden”.
En el último incidente conocido el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) denunció la semana pasada que tres inmigrantes, una mujer y dos niños, se ahogaron en las cercanías de Eagle Pass sin que los agentes de la Patrulla de Control de Fronteras (CBP) pudieran hacer nada por salvarlos.
El gobernador Abbott ha tomado la iniciativa desde hace más de un año de enviar autobuses y aviones fletados cargados de inmigrantes a ciudades y estados gobernados por demócratas, lo que ha generado el caos en urbes como Nueva York y Chicago.
“Biden está haciendo todo lo posible para eliminar las estrategias que realmente impiden que los inmigrantes ilegales ingresen a nuestro país. Texas seguirá utilizando todas las herramientas posibles para bloquear la inmigración ilegal”, dijo Abbott más temprano este martes en un mensaje en la red social X.
Los demócratas acusan a sus rivales republicanos de usar “una treta política” antes que resolver la entrada masiva de inmigrantes, mientras los republicanos, siendo mayoría en la Cámara de Representantes, mantienen bloqueado el presupuesto financiero del gobierno federal en ayudas a Urania e Israel, a fin de encontrar un consenso sobre algunas medidas migratorias implementadas por el presidente Biden.
Solo en diciembre, los funcionarios estadounidenses procesaron a unas 300.000 personas en la frontera de EEUU con México, lo que sería la cifra más alta jamás registrada, según múltiples organizaciones de noticias.
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