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La historia del jubilado que reparte soda en bicicleta para comer y expone un drama de Argentina

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Cuando a Eduardo Parrello se le pregunta cómo describiría su vida responde de inmediato: “Una lucha diaria por sobrevivir”. Esta es la realidad de un jubilado argentino que, a sus 70 años, y lejos del descanso imaginado por muchos a su edad, cada día se sube su bicicleta para vender sifones de soda para cubrir sus gastos hasta el fin de mes.

Viudo desde hace 10 años, y alejado de sus tres hijos, Eduardo decidió emprender por su cuenta luego de trabajar en una embotelladora durante más de 20 años. También trabajó en una empresa de calzado. Hoy, su rutina comienza temprano con la carga de los cajones y termina cuando lo vence el dolor que le produce una hernia en su columna vertebral. Su movilidad, por esta causa, es reducida.

“Caminar no puedo, pero andar en bicicleta sí. Encontré una manera de cargar la muleta y así poder andar. La verdad es que lucho solo contra esta situación para no morir de hambre”, sostiene el jubilado en diálogo con la Voz de América.

Especialistas consultados por la VOA sostienen que el caso de Eduardo, nacido y criado en la provincia de Córdoba, expone la situación de la gran mayoría de los jubilados y pensionados de la Argentina.

“La situación de los jubilados en el país en materia de ingresos y atención médica, es deplorable”, explicó Christian González D’Alessandro, abogado especializado en clientes de la tercera edad.

La inflación tiene un papel protagónico, afirma el abogado. «Gran parte de los ingresos quedaron muy retrasados con la inflación anual”, dijo en alusión al 211,4 % de inflación reportada en 2023.

Eduardo Parrello describe su vida como “una lucha diaria por sobrevivir”.

«Hacer malabares para llegar a fin de mes»

“Debo hacer malabares para llegar a fin de mes y a veces tengo que decidir entre comer o comprar medicamentos, para todo no me alcanza”, explica angustiado Parrello durante una larga charla con la VOA.

Muchas veces -explica- cuando no llega a comprar alimentos, asiste a comedores humanitarios para que lo ayuden.

Dice que cuando se retiró, en parte forzado por la hernia que afecta su columna vertebral, supo que el sueldo que percibía por su jubilación no iba a ser suficiente para vivir y decidió empezar a vender sifones de soda.

Parello recibe cada mañana entre 15 y 20 cajones de soda listos para repartir. Se los compra a un amigo al precio de 350 pesos cada uno (aproximadamente 0,40 dólares, al tipo de cambio oficial). Con la ayuda de su amigo, los empieza a cargar en una bicicleta y comienza el recorrido diario de la repartición. “Antes me ayudaba mi esposa, pero falleció y yo sólo no puedo”, dice.

Vende cada cajón a 1.500 pesos (1,75 dólares). En total, asegura que por día puede entregar entre cuatro o cinco, suficiente para realizar alguna compra en el supermercado que le permita almorzar y cenar durante esa jornada. “Queso y leche hace tiempo que no consumo. También dejé de comer carne porque es muy cara”.

Con la ayuda de su amigo, Eduardo Parrello empieza a cargar sus productos en una bicicleta para comenzar el recorrido diario de la repartición

Con la ayuda de su amigo, Eduardo Parrello empieza a cargar sus productos en una bicicleta para comenzar el recorrido diario de la repartición

A pesar de ser un país productor de carne vacuna, con la inflación del 25,5 % en el mes de diciembre -según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la Argentina (INDEC)-, la carne fue uno de los productos que más variación sufrió, generando un impacto directo en el poder de compra del consumidor.

Así lo indicó un reporte de la ONG Derechos de los Usuarios y Consumidores (DEUCO). Los expertos que participaron en el estudio identificaron que en el último mes del año la carne aumentó más del 50 %. “Es un nuevo castigo a los consumidores de todo el país”, analizaron desde la organización. Eduardo puede dar fe de ello.

“En Córdoba -provincia del centro de la Argentina- impresiona la cantidad de soda que se consume. Antes, cuando mi salud lo permitía, con una camioneta repartía en 30 barrios más de 100 cajones por día”, asegura Parello.

La situación de los jubilados en la Argentina

En Argentina, para acceder a una jubilación una persona debe haber trabajado durante 30 años. Las edades para la jubilación son de 60 años de edad para las mujeres, y 65 años en el caso de los hombres.

Consultados por la VOA, expertos coincidieron en que el problema que encara el jubilado entrevistado para este reportaje no es exclusivo. Al contrario, una situación similar enfrentan miles de jubilados en la nación suramericana. Básicamente -explican analistas- la mayoría de ellos y no puede cubrir su canasta básica de alimentos ni adquirir todos los medicamentos.

Eduardo Parrello sigue trabajando a pesar de ser jubilado para poder completar el dinero que necesita para comprar los insumos básicos para poder vivir.

Eduardo Parrello sigue trabajando a pesar de ser jubilado para poder completar el dinero que necesita para comprar los insumos básicos para poder vivir.

“Hoy ocho millones de argentinos jubilados y pensionados están en una situación de crisis humanitaria. Respecto al ingreso económico tenemos cinco millones de jubilados y pensionados que están percibiendo 105.000 pesos, equivalentes a menos de 90 dólares”, explicó Eduardo Semino, contador y defensor de los adultos mayores de la Argentina.

“La canasta de alimentos de los jubilados se calcula dos veces por año, incluidos los gastos de vivienda. En octubre de 2023 (el próximo informe se publicará en abril de 2024), la misma alcanzaba los 313.000 pesos (equivalentes a unos 360 dólares). Es decir, que un jubilado en Argentina no llega a cubrir la canasta básica de alimentos”.

La dificultad de acceder a los productos básicos tiene relación directa con la salud, afirma González D’Alessandro. “Hoy en la Argentina muchos jubilados no pueden consumir los alimentos que necesitan y mucho menos los que desean. Son alimentos de baja calidad, por lo que presentan problemas de desnutrición o mala nutrición”.

Eduardo Parrello dice que ya no come carne, que por su elevado precio se volvió inalcanzable en un país conocido por su vasta producción de ese producto alimenticio.

Eduardo Parrello dice que ya no come carne, que por su elevado precio se volvió inalcanzable en un país conocido por su vasta producción de ese producto alimenticio.

El abogado dijo además que tanto la alimentación como los costos de salud fueron de los más impactados por la inflación. “El jubilado se encuentra con un 50 % menos de su ingreso bruto. Eso no se recompuso. Además, frente a la inflación, tampoco se ha recompuesto el salario en cuanto a nivel de precios”.

VOA: ¿Cuáles son los antecedentes para entender la actual situación de vulnerabilidad de los jubilados?

Abogado: “Te diría que es una deuda pendiente de la democracia, aunque con altibajos”, opinó González D’Alessandro. “Aunque los primeros estancamientos más fuertes de los salarios se dieron con el presidente Carlos Menem en los 90’”, agregó, indicando que pese a que se mantuvieron los reclamos, la situación nunca mejoró drásticamente.

La Pensión Universal para Adulto Mayor (PUAM) de un jubilado en Argentina busca garantizar una cobertura enfocada en la previsión a futuro para las personas mayores de 65 años que no cuentan con ninguna jubilación o pensión, tal como detalla la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), el órgano del Estado que administra las jubilaciones.

Sin embargo, algunos jubilados -como Parello- no disfrutan de este beneficio. “Hoy tengo una jubilación mínima porque la empresa de calzado en la que trabajé toda la vida nunca pagó mis aportes previsionales. Por lo tanto, a pesar de mis más de 32 años de trabajo (…) no hay registro alguno y tuve que tramitar la pensión básica”.

Por ahora, espera respuesta de una serie de trámites que presentó ante la ANSES.

“Más temprano que tarde sé que me llamarán para darme una buena noticia. La que me permita dejar la bicicleta para siempre y tener una vida más digna», concluye esperanzado.

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