Cualquiera que diga que conoce el verdadero propósito o “mensaje” de los globos espía chinos está adivinando.
El que dice que sabe, no sabe. Como diríamos en beisbol, está “bateando”.
El comportamiento de China con el virus durante la pandemia nos enseña que es absurdo creer cualquier cosa que salga de la boca del gobierno del presidente Xi.
Es precisamente esa incertidumbre, fría y calculadamente injertada por el gobierno de China en este momento histórico de caos y zozobro global, lo que nos debe indignar y alarmar.
Según un testimonio ante el Senado del 2021 de William Evanina, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad, China se robó todos de los datos personales privados del 80 por ciento de los americanos, todos, y se robó la mayor parte de los datos del 20 por ciento restante. Eso es espionaje. ¿Pero en dónde la indignación? No hay ninguna empresa estadounidense importante que China no haya hackeado para robar sus secretos industriales. Ese saqueo de riqueza, en forma de nuestra propiedad intelectual, es el robo más descarado y masivo en la historia de la humanidad. Y continua hasta el día de hoy.
La triste realidad es que la respuesta de los Estados Unidos ha sido enclenque y raquítico bajo el liderazgo de ambos partidos. Y es precisamente por esa respuesta débil que los ultrajes continúan.
¿Entonces, por qué ahora tanta indignación y alarma por los globos espía? La razón es, como literalmente “todo el mundo” lo sabe: nos estamos acercando a una guerra con China.
Igual que con Putin antes, durante, y después de su invasión de Ucrania, hace mucho que pasó la hora para adivinar las intenciones de China: debemos enfocarnos sobre sus capacidades para entender y hacer todo lo que debemos para contener, disuadir, o en caso necesario detener ese poderío. Hasta que lo hagamos, estamos expuestos. Seremos vulnerables.
Eso ---lo de capacidades versus intenciones--- es lo neto de lo que realmente importa, para entender el ultraje de los globos, igual que lo que vino antes, y lo que vendrá después, con la misma certeza que la noche le sigue al día.
La distinción que hacemos entre lo “público” y lo “privado” ----tan preciosa para nosotros, por ser el fundamento básico de la libertad, para China no tiene la más mínima aplicación o significado. En China, todo ---lo civil, lo militar, y lo político--- sirve únicamente para un solo propósito, y ese propósito lo dicta el Partido Comunista Chino (PCC).
Esto incluye toda actividad científica, incluyendo la meteorología (y recordemos, para colmo, la virología). Toda está al servicio del Partido Comunista Chino. Nada existe que esté afuera del servicio del Partido Comunista Chino, haciendo eco de la infame consigna de la revolución comunista en Cuba: “Dentro del partido, todo; afuera del partido, nada”.
La peculiar trayectoria del primer globo fue maniobrada y dirigida con precisión, para que cruzara sus objetivos, aprovechando los vaivenes de los vientos de las diferentes capas de la atmosfera. La naturaleza del dispositivo propiamente (o sea, el globo junto con sus instrumentos, que eran del tamaño de 3 autobuses), calza dentro del patrón de la actitud cada vez más beligerante de China en el Ártico, incluyendo en Groenlandia, donde está acaparando las estaciones de investigación científica, sin que nadie haya visto ninguna ciencia. La región del Ártico, con sus extremas condiciones meteorológicas y electromagnéticas (como la aurora borealis) tan inestables y bruscas, es absolutamente crítico para la distancia de defensa de nuestro comando de misiles estratégicos, NORAD, contra ataques con Misiles Intercontinentales Balísticos (ICBM’s) lanzados de China, Rusia, y otros. Esa es mi conjetura sobre el propósito científico del primer globo. Si bien es una conjetura informada, no es más que una conjetura, y tiene el mismo peso y valor que cualquier otro. En definitiva, los datos más importantes que se estaban evaluando eran los indicadores de nuestra reacción.
Bien podrá ser que algún día averigüemos que el supuesto “mensaje” del globo en realidad era para el consumo interno político de China, y no para nosotros. Es bien sabido que existen divisiones y fracturas dentro la jerarquía China, entre los de “línea dura” y los “moderados”, los “Xiistas” y los “Xi No Tantos”. Pero es fútil que pretendamos perseguir esta línea de ideas hasta la conejera. Como nos enseña la atroz historia de otras situaciones con regímenes autoritarios, desde Hitler hasta Putin, esta mentalidad lleva directamente a una psicología derrotista y el sinfín de concesiones unilaterales para evitar a toda costa que nos acusen de escalar y provocar a los de “línea dura”.
Lo que más provoca a los regímenes autoritarios como China, Rusia e Irán es la debilidad.
En lo que se refiere a la reacción en los medios y círculos políticos de los Estados Unidos al segundo globo, el que se avisó volando sobre Costa Rica y Colombia, lo más notable es la falta de interés de Washington en América Latina, que se puede calificar únicamente como desidia o dejadez. Esto es nuestro punto ciego más grande de nuestro mapamundi estratégico. Nuestros adversarios y enemigos, en Rusia, Irán, y China, junto con sus esbirros y secuaces en Cuba, Nicaragua, y Venezuela, lo están explotando.
Roger Pardo-Maurer
El autor fue subsecretario de defensa adjunto (2001-2006) y es veterano de las Fuerzas Especiales de Afganistán (2002) e Irak (2006-2007).
Roger Pardo-Maurer
El autor fue subsecretario de defensa adjunto (2001-2006) y es veterano de las Fuerzas Especiales de Afganistán (2002) e Irak (2006-2007).