Muchos pudieran pensar que la primera cita entre el presidente Joe Biden y Kevin McCarty, presidente de la Cámara de Representantes terminó sin resultados concretos. Quienes cuentan con la experiencia política en los países de Latinoamérica saben perfectamente que si los hubo. El principal de ellos: reconocimiento.
McCarty sabe —sin dudas— que Biden es el presidente, que tiene potestades, poder de acción y decisión. Biden, por su parte, reconoce a su contraparte. Entiende que en adelante el juego cambió, y que la redición de cuentas amerita más certezas y menos ilusiones.
A pocos días del discurso del Estado de la Unión, no solamente se da este apretón de manos sin acuerdos en lo económico, pero con el simbolismo necesario para avanzar en la solución de los problemas del país, que implican según una reciente encuesta preocupaciones en función del liderazgo.
Biden abogó por mayor unidad, y eso es muy necesario, porque el desafío pospandemia, ahora es cuando realmente empieza, en el marco —además— de aquel absurdo bélico que enfrenta a Rusia con Ucrania.
Esta semana, en Washington, tomará lugar el discurso de Biden ante el nuevo Congreso, lo que podría constituirse en una nueva y buena oportunidad para frenar el desgastante discurso de división y polarización.
Habrá que ver si, junto a los años y las canas, hay suficiente madurez para comprender que se necesita bastante más que retórica y lugares comunes para solventar las situaciones que apremian en materia de economía doméstica, educación y seguridad (en sus múltiples dimensiones, desde la frontera hasta el resguardo de la vida afectada por los tiroteos).
Mucha expectativa, porque a razón de los resultados visibles, no hay mucha unión, y en buena medida muchos asisten a un estado deplorable.
Pan, circo y primarias
Si en Venezuela todo funcionara como se mostró por TV la inauguración de la Serie del Caribe, realmente se pudiera decir que el país se arregló. Lamentablemente no es así, aunque haya habido un espectáculo excepcional, con la regia participación del Sonero del Mundo, Oscar de León, y los escenarios de La Guaira y Caracas luciendo como estadios de primer mundo.
Fuera de los estadios se vive otra realidad, que contrasta notablemente con la algarabía y la fiesta del beisbol. Hay que decir que se trata de un circo bien montado, y reconocer que ciertamente hace falta, porque no se puede condenar a la gente a la amargura eterna. A Oscar de León y a los Leones del Caracas, nadie les quita lo baila´o.
Esa foto es propicia para otro carnaval, también necesario. En Venezuela se fragua una componenda en función de la primaria para la elección de un nuevo liderazgo político.
Como buen síntoma hay que decir que comienzan a aparecer nombres, y mejor, que estamos en presencia de una maquinaria que en menor o mayor grado, dependiendo de las circunstancias de cada quien, comienza a movilizarse por el país, en procura de reconquistar el deseo de cambio, el anhelo de transformación del modelo actual.
Toda esa gente enfrenta el inmenso desafío de mostrarse —y ser— absolutamente distinta a lo que hasta ahora hemos conocido. Tanto nadar para morir en la orilla, no puede ser una opción.
Los referentes políticos que avancen a la etapa de a elección final deben demostrar que ciertamente tienen elementos de convicción que les acredita para optar por el poder. Y quienes participen, con su energía y voto, deben tener la suficiente madurez para no dejarse seducir solo por rostros sonrientes, discursos emotivos —sin mayor sustento— ni mucho menos símbolos efectivos, pero completamente en desuso.
El reto es monumental. Y tras lo que se ve en los modernos estadios, en recursos y despilfarro no habrá quien le gane a esta gente que tienen ya más de 20 años viviendo del circo.
Enfermedades de diseño
Como si hubiese sido poco con la manipulación de laboratorio para que el mundo sufriera los incalculables estragos del Covid19; ahora se ventila abiertamente que una de las farmacéuticas más importantes del mundo ha estado trabajando en unas “enfermedades de diseño” para mantener vigente la necesidad del uso de sus vacunas o medicamentos.
¿Será que acaso no son suficientes las enfermedades naturales?¿Será que definitivamente el mundo está dominado por los malvados de las caricaturas o las series de ficción?.
Les recomiendo buscar en Americano Media la entrevista que Dania Alexandrino le realizó al doctor Joseph Varón sobre este escabroso tema.