La migración está afectando de tal manera a Estados Unidos que hasta los gobernadores y alcaldes demócratas —que durante años se mostraban felices de recibir migrantes— ahora están preocupados y tomando medidas extremas como declarar emergencia. La respuesta a la migración, durante los últimos años, ha sido clara para cada partido político, los demócratas siempre han tenido un discurso de acogida y los republicanos de reglas duras para disuadir grandes flujos migratorios. Sin embargo, con la histórica crisis migratoria que estamos viviendo y con el comportamiento del voto hispano cambiando, el asunto migratorio y la respuesta de los políticos parece estar iniciando un camino de cambios y de reflexiones.
Si bien el Partido Demócrata durante décadas se ha presentado a sí mismo como el partido de los migrantes, y en particular de los hispanos, la crisis migratoria que experimenta este país desde que el presidente Biden llegó al poder, ha hecho que la actual administración pase de decir que quiere recibir a los migrantes con los brazos abiertos a pedir explícitamente que no vengan. Los agentes de la patrulla fronteriza no dan abasto, las imágenes de lo que ocurre en la frontera son impactantes, la crisis por consumo de drogas sigue empeorando agravada por el descontrol en la frontera, e incluso líderes demócratas ya dicen abiertamente que no pueden manejar el flujo migratorio en sus ciudades.
Pero a todo eso hay que sumarle el descontento del votante demócrata. Aunque en términos generales el votante promedio del Partido Demócrata está a favor de la migración, los efectos negativos de una migración descontrolada no se pueden negar. Los americanos ven cómo en ciudades fronterizas sus calles están llenas de migrantes, como en New York se están pagando incluso hoteles de lujo para que migrantes tengan donde dormir con dinero del contribuyente, gimnasios de colegios siendo utilizados para albergar a migrantes recién llegados, veteranos sin hogar están denunciando ser expulsados de hoteles porque ahora el gobierno local necesita esos lugares para migrantes, incluso un proyecto de ley de California está buscando dar beneficios de desempleo a inmigrantes ilegales.
Todas estas situaciones, con toda razón, son injustificables incluso para millones de votantes demócratas y progresistas a favor de la migración libre. Y con gobernantes republicanos dispuestos a seguir enviando migrantes a las ciudades demócratas, cada vez más líderes del Partido Demócrata irán modificando su discurso y presionando a la actual Administración para que haga algo. La migración empieza a parecer un problema más que una oportunidad para los demócratas, y se pone aún peor cuando se tiene en cuenta que en diferentes elecciones el número de hispanos que vota demócrata ha disminuido.
Del lado republicano el asunto parece más claro y la crisis migratoria que presenciamos puede verse como una oportunidad para que el partido resalte los peligros de no tener una política migratoria efectiva y se presente como el único capaz de parar este desastre. De hecho, Donald Trump y Ron DeSantis (quien probablemente anuncie pronto su candidatura presidencial) han redoblado sus apuestas sobre el tema. Trump ha hecho declaraciones fuertes sobre endurecer la política migratoria y el gobernador DeSantis acaba de promulgar una estricta legislación contra la inmigración ilegal en Florida.
Sin embargo, dentro del Partido Republicano también hay discusiones que deben darse. Los republicanos tienen claro que el discurso no puede ser "bienvenidos todos sin ninguna restricción", y eso los pone por delante de los demócratas en cuanto a lograr una solución a la crisis migratoria, pero medidas drásticas como la legislación aprobada recientemente en Florida generan polémica y cuestionamientos incluso dentro de los mismos republicanos.
No es difícil darse cuenta que las posibilidades para migrar de manera legal y convertirse en ciudadano americano son muy pocas, Estados Unidos tiene unas leyes muy limitantes al respecto, y esa es una discusión de fondo que los líderes republicanos deben abordar de una vez por todas. El voto hispano en los últimos años ha alcanzado el interés de muchos políticos republicanos que se han dado cuenta que es una comunidad que sí puede votar republicano y que no solo es grande sino que tiene el mayor ritmo de crecimiento entre las minorías. Pero es hora de hacer un esfuerzo real por conseguir ese voto de más de 60 millones de hispanos.
Si bien no es cierto —como afirman los demócratas— que los hispanos queremos fronteras abiertas, tampoco se puede negar la frustración que sienten muchos hispanos que llevan años recorriendo un camino legal, costoso y difícil, y que aún no logran la ciudadanía. Tampoco se puede ignorar el gran impacto económico y cultural de los hispanos en este país, Florida se ha convertido en el estado antisocialista de Estados Unidos, en gran medida gracias a los hispanos, a su cultura de trabajo duro y su rechazo al socialismo. Imponer leyes radicales en contra del migrante sin, al mismo tiempo, intentar abrir vías legales que permitan a los migrantes que contribuyan al país tener una opción es negar toda la contribución de los hispanos.
De modo que la crisis fronteriza puede verse, de cara a las elecciones del 2024, como una oportunidad para que los republicanos muestren la incompetencia de la actual administración, pero si los líderes del partido no quieren perder el apoyo hispano que ya tienen y si quieren ganar aún más el voto latino —fundamental para ganar ciertos estados— no pueden dedicarse solo a sacar adelante legislaciones controversiales que no están enfocadas en perseguir criminales y que establecen exabruptos como castigar incluso a gente que presta una ayuda a migrantes que ya viven en el país. Los republicanos deben hacer un esfuerzo real por escuchar a los hispanos, reconocer la importancia de la migración controlada, endurecer los procedimientos en la frontera para proteger al país pero al tiempo trabajar en una reforma que permita vías legales de migración a personas que quieran trabajar y aportar a esta gran nación.