Ana Belén Montes saldrá en libertad después de cumplir su sentencia en prisión federal. La espía más notoria del régimen comunista cubano en la historia de Estados Unidos ahora será libre. Lamentablemente, las personas que usó como excusa para traicionar a su propia nación continúan siendo de todo, menos libres.
No muchos estadounidenses han oído hablar de Montes o conocen su historia. Es una ciudadana norteamericana que trabajaba en el Departamento de Justicia cuando los agentes de los hermanos Castro la reclutaron para ser espía. Montes traicionó a nuestro país, pero no lo hizo por dinero. De hecho, nunca recibió pago por ninguna de sus acciones; sorprendentemente, estaba motivada únicamente por su odio a Estados Unidos.
Montes ascendió de rango en el Gobierno federal y finalmente se convirtió en la principal analista de Cuba en la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. Era conocida como la “Reina de Cuba”. Nadie sabía cuán acertado era ese título. Si bien parecía que Montes estaba trabajando para el gobierno de EE.UU., en realidad cumplía las órdenes del régimen cubano.
Montes no era una informante cualquiera o inofensiva. Sus filtraciones rompieron la cobertura de 450 agentes estadounidenses que trabajaban en Latinoamérica y pueden haber llevado a la muerte de Gregory A. Fronius, un integrante del ejército de EE.UU. En 1996, su información también permitió a los Castro derribar dos aviones de EE.UU. que transportaban a los héroes de los Hermanos al Rescate, un grupo de activistas pro-democracia fundado por miembros del exilio cubano y operado por civiles.
Montes también saboteó un programa satelital de alto secreto, cuyo contenido era tan sensible que no pudo ser utilizado en su juicio. Nuevos informes también revelan que Montes estaba dispuesta a socavar los esfuerzos de guerra de EE.UU. en Afganistán, incluso si eso significaba la muerte de sus compatriotas norteamericanos. Cuando el FBI la confrontó por su desprecio por la vida de los soldados, ella dijo con frialdad: “Ese es el riesgo que ellos corrieron”.
Esa crueldad sólo es igualada por la ceguera de Montes. Tras su arresto, ella le dijo a la CIA que se convirtió en una espía porque sentía “el deber de proteger a Cuba de su vecino del norte”. Pero su traición a EE.UU. no logró nada para la libertad del pueblo cubano. Al contrario, al ayudar al régimen criminal de Castro, Montes fortaleció al peor enemigo del pueblo cubano.
El dictador Miguel Díaz-Canel ilegítimamente ejerce el poder a expensas del pueblo cubano. Él y sus matones solo se preocupan por ellos mismos y están dispuestos a censurar, reprimir, torturar o matar a cualquiera que se atreva a cuestionar su autoridad.
Ese siempre fue el caso con el régimen, pero el último año y medio lo ha hecho aún más obvio. En respuesta a las protestas antigubernamentales que estallaron en toda la isla el 11 de julio del 2021, Díaz-Canel ha detenido injustamente a cientos de hombres, mujeres y niños. Hoy en día Cuba tiene más de 1,000 presos políticos, y este número solo crecerá en los próximos meses.
Junto con la incompetencia del régimen y las políticas socialistas, esta tiranía ha provocado un colapso económico total y un éxodo masivo de la isla. Los ex integrantes del gobierno de Obama que están en la Administración Biden y que a menudo simpatizan y son apologistas de este régimen sanguinario, deberían recordar estos hechos la próxima vez que intenten defender a los gobiernos marxistas en nuestra región.
También deben recordar que el régimen sigue trabajando activamente para socavar los intereses de EE.UU. Después de todo, Montes no fue la primera espía en vender a su país en nombre del comunismo, y tristemente es poco probable que sea la última. Puede ser que el régimen cubano no tenga las capacidades tecnológicas o electrónicas que tienen el Kremlin o el Partido Comunista Chino, pero los cubanos se encuentran entre los mejores del mundo en el manejo de personas para infiltrar y dividir a sus enemigos.
El régimen cubano y sus agentes continúan siendo una seria amenaza para nuestro gobierno, nuestros aliados regionales y nuestros intereses nacionales. Por eso la Administración Biden debe dejar de apaciguar a los marxistas en nuestro hemisferio. Los estadounidenses deben recordar a Ana Belén Montes por quien realmente es, a pesar que haya cumplido su condena en prisión. Si olvidamos la historia de esta espía, seguramente se repetirá.