Por Daeni Pacheco Berroterán
El liderazgo es un término sobrevalorado. Esto es algo para nada reciente, pues desde hace años, existe una tendencia por parte de personas y organizaciones en vender ese sustantivo como el accesorio que todos deben y pueden tener, pero además se han encargado de adoctrinar en nombre del liderazgo, fundamentos que ni siquiera tienen relación alguna con el.
En la actualidad, son varias las oenegés que ofrecen programas de formación en liderazgo. Algunos con mayor o menor duración pero con una misma consigna: estos programas prometen desarrollar habilidades para potenciar un liderazgo, asumiendo que quien lo va a recibir ya es un líder o tiene potenciales para ello.
A simple vista, no parece nada malo, pero resulta que en estos programas se habla de ese sustantivo —de la palabra por “L”— como si se tratara de una característica extraordinaria, suprema moralmente pero que a su vez, cualquier persona puede poseerla, ¿No es algo contradictorio? Pues, por más que lo parezca, eso es en principio lo que venden esos cursos, talleres y diplomados.
Haciendo un conjunto de las definiciones de liderazgo más comunes, se puede decir que este término es la capacidad de una persona para ser influyente en un grupo o equipo para lograr ciertos objetivos.
Pero las organizaciones que se muestran como creadoras de líderes suelen adornar al liderazgo, pues para ellas, el líder no necesariamente requiere de un equipo, o de una capacidad real de influencia; basta con pensar igual que ellas —que las organizaciones— y hacer una especie de evangelización de las doctrinas que promueven, para que alguien sea considerado, según su criterio, como un líder.
A quienes piensan distinto, a pesar de tener todas las características que indican las definiciones, estas organizaciones suelen llamarles “líderes negativos” (un concepto que sí existe pero se ha tergiversado).
Por poner un ejemplo, ahora los líderes negativos no son aquellos que con sus habilidades orientan al colectivo a objetivos que dañen la integridad de la sociedad, en cambio, ahora lo son quienes están en desacuerdo con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU.
Y estas no son especulaciones. Lo digo desde mi experiencia en esos programas de formación, que es necesario y responsable aclarar, no todos son así, pero lamentablemente la mayoría no busca hablar de liderazgo, sino de cualquier otra cosa disfrazada de desarrollo de habilidades y competencias.
Se puede decir también que esta moda de crear líderes en masa, es parecida a la moda del coaching. Todos son coaches, todos son líderes. Lo que logró Martin Luther King Jr. en Estados Unidos, lo puede lograr cualquiera, pero conste que si él siguiera vivo y no apoyara los ODS, sería un líder negativo.
Si el párrafo anterior le pareció absurdo, pues así mismo es el criterio de estas instituciones formadoras de nuevos líderes.
El liderazgo es una capacidad que no cualquiera puede tener, eso es una realidad, pero además, el líder debe entender el contexto donde actúa y a la gente que lo ve a él como un líder, porque hasta ahora no existe eso de un líder sin gente que lo identifique como uno (pero eso lo quieren cambiar).
En ese sentido, creo que también se debe recordar junto a la estafa del nuevo liderazgo, el fraude que representan los ODS. Son realmente inalcanzables y tampoco es que se hagan verdaderos esfuerzos por parte de quienes conforman la ONU para intentar alcanzarlos. Hay objetivos más indispensables y alcanzables en la práctica como el de la educación, por mencionar alguno.
Y no una educación prusiana o una educación utópica. Una educación que sí sirva como oportunidad de desarrollo social, fuera del rígido paradigma de las instituciones que forman personas con títulos pero no con conocimientos. Es difícil aceptarlo, pero ese no es el fin de muchas organizaciones.
La verdad es que, en cambio, se quiere vender una formación mitificada, que alimente egos pero no represente un cambio real en los problemas sociales del mundo. Ese es el mito del liderazgo contemporáneo.
Daeni Pacheco es escritor interesado en política, deportes y cultura