El papa Francisco y sus declaraciones sobre la homosexualidad, la virtud está en el centro

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El papa Francisco y sus declaraciones sobre la homosexualidad, la virtud está en el centro

Al final, como dijo Aristóteles: “in medio virtus, la virtud se halla en el centro”. Esto, por supuesto, no es un llamado a la mediocridad, a la pasividad, ni mucho menos una apología de la ideología centrista. Es un llamado a la prudencia, al pensamiento crítico y a la empatía

Por Andrés Ignacio Henríquez

Domingo, 29 de enero de 2023 a las 19: 23
Domingo, 29 de enero de 2023 a las 19:23

Las declaraciones del papa Francisco sobre la homosexualidad causaron revuelo. Opiniones de las más variadas, de todos los bandos. Unos expresando su alegría ante lo que consideran que es una confirmación de sus planteamientos, otros expresando su descontento ante una supuesta herejía que atenta contra los principios fundamentales del catolicismo. ¿Nos sorprende? En lo absoluto, estamos acostumbrados a reaccionar sin darnos la mínima oportunidad de reflexión.

En entrevista con Associated Press (AP), el papa Francisco dijo, al ser consultado sobre el tema, que “el ser homosexual no es un delito. No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado y delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo”. Entonces, ¿quién tiene razón? ¿Los que asoman que las declaraciones del papa confirman sus agendas o los que dicen abiertamente que el papa contradice la Doctrina Católica?

El papa Francisco no contradice la enseñanza de la Iglesia. Nada de lo que dijo tergiversa el mensaje de Jesucristo. Es importante conocer el contexto de sus declaraciones. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los actos homosexuales son ilícitos. Pero, ¿son un crimen que debe ser civilmente perseguido? Absolutamente no.

En la entrevista el papa se refiere claramente a la legislación de algunos Estados que castigan los actos homosexuales con penas de cárcel e incluso de muerte. Creo que entre católicos de buena voluntad podemos coincidir en que nadie merece ser encarcelado o asesinado por ser homosexual; al igual que nadie merecería serlo por cometer adulterio, que también es un pecado grave según la enseñanza de la Iglesia.

Hay sobrados ejemplos de fracasos históricos cuando los Estados han decidido someter a sus ciudadanos a ese nivel de vigilancia. Cuando se llega a limitar de esa forma las libertades básicas vienen entonces los atropellos y los abusos contra la dignidad humana. En eso la sociedad cristiana occidental aventajó siempre al mundo islámico. 

No hay nada nuevo en esto. La ley cristiana ha sido desde hace dos milenios el amor y la misericordia; y cuando es imperativo un castigo, debe ser siempre proporcional al crimen cometido y buscando siempre la conversión del responsable. En el evangelio de san Juan (8, 1-11) la ley mosaica exigía que la mujer adúltera fuera asesinada a pedradas, ¿por qué, al final, nadie la condenó? ¿Por qué nadie se atrevió a lanzar la primera piedra? 

Entonces, ¿qué bando tiene razón? Ninguno, ni el del padre James Martin ni el bando del Dr. Taylor Marshall. Ni los progresistas ni los Rad Trads. Al final, como dijo Aristóteles: “in medio virtus, la virtud se halla en el centro”. Esto, por supuesto, no es un llamado a la mediocridad, a la pasividad, ni mucho menos una apología de la ideología centrista. Es un llamado a la prudencia, al pensamiento crítico, a la honestidad y a la empatía. Como católicos estamos llamados a levantar nuestra voz contra el mal cuando sea necesario, pero también a saber callar con humildad cuando estemos en peligro de generar discordia y división. La verdad siempre se propone, no se impone.

Andrés Ignacio Henríquez

Periodista. Escribo sobre religión, cultura y actualidad.

Andrés Ignacio Henríquez

Periodista. Escribo sobre religión, cultura y actualidad.

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