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¿Qué te pasa, Argentina?

Argentina padeció, y sigue padeciendo, una tragedia llamada peronismo

Domingo, 02 de abril de 2023 a las 18:42

Por Fernando Londoño

Domingo, 02 de abril de 2023 a las 18: 42
US President Joe Biden (C) meets with President Alberto Fernandez (L) of Argentina in the Oval Office of the White House in Washington, DC, USA, on 29 March 2023. (Estados Unidos) EFE/EPA/Yuri Gripas / POOL

Todos vimos al presidente Fernández saludando a Biden en la Casa Blanca. Mas no era la suya una visita de cortesía que el muy izquierdista argentino hacía en la Casa Blanca, pues no fue necesario mucho ingenio ni larga paciencia para averiguar el objetivo que traía desde tan lejos a Fernández. Y la cuestión es muy sencilla: dinero. El Gobierno argentino necesita dinero para no caer en nuevo default y sortear las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

No es la primera vez que Argentina anda en estos apuros. No es la primera vez que ronda por una inflación incontrolada. No es la primera vez que se queda sin blanca, para usar un término muy castizo. ¿Por qué?

A finales del Siglo XIX y comienzos del XX era Argentina uno de los países más ricos del mundo. Sus tierras, lo que se llama la pampa húmeda argentina, son las más feraces que se conocen. Tiene largas y fecundas costas. Le sobra energía si explota como conviene sus yacimientos en la zona ultra rica que llaman Vaca Muerta. Sus ciudades y su vasta región del sur, podrían contarse entre los atractivos turísticos más fascinantes del mundo. Tiene gente sobre manera ilustrada, universidades de larga y merecida fama, ciudades imponentes, como esa Buenos Aires que es de las más hermosas de la tierra. ¿Qué le puede faltar a un país así?

Argentina padeció, y sigue padeciendo, una tragedia llamada peronismo. Juan Domingo Perón hizo su fortuna política llamando al pueblo al desorden institucional; regalando lo que debía costar trabajo; repartiendo el dinero público en morrocotas de oro que lanzaba desde los trenes en sus viajes de proselitismo; robando a diestra y siniestra, mientras lo despilfarraba todo; amenazando cualquier intento de oposición; creando mitos de bonanza y evangelios de odio.

Un golpe de Estado lo mandó a Europa, junto con una fortuna gigantesca que finalmente nunca se supo dónde quedó escondida. Y volvió triunfante: el pueblo argentino quería más Perón, más desorden, más gritos y fanfarria. Y otra vez dejó el país en ruinas y acostumbrado a ensalzar el robo y a esperar que le caigan encima las morrocotas de oro.

¡Qué tragedia! El país más rico de América. Al que le sobra todo, hoy carece de todo. Continuando esa cadena de oprobio moral y desvergüenza política, los Kirchner, un matrimonio inepto y voraz, terminaron herederos de las hazañas peronistas. En todo. En su estilo demagógico, en su indecencia y en su ineptitud. Y en sus resultados.

Por eso tiene que viajar Fernández desde tan lejos, a hacerle venias a lo que más detesta. Porque hay hambre en la Argentina. Millones de argentinos la padecen. Centenares de miles de niños no tienen un pupitre ni un plato de comida. La inflación supera el ciento por ciento y no la controla nadie. Y el Fondo Monetario Internacional no deja de cobrar ni de exigir lo que menos puede dar el peronismo: orden, juicio, austeridad, trabajo.

Amamos ese pueblo maravilloso, esa gente extraordinaria con sus oportunidades perdidas. Una Argentina mendicante es un espectáculo doloroso e incomprensible. Es la negación de la lógica más elemental. Pero se entregó al populismo y ahora paga el precio de esa farsa. La farsa peronista. Por eso Fernández tiene que ir a Washington. A pedir como menesteroso lo que no supo manejar como potentado. ¡Dios salve a Argentina!

Fernando Londoño

El autor fue ministro de Interior y Justicia de Colombia y es director político para América Latina de Americano Media.

Fernando Londoño

El autor fue ministro de Interior y Justicia de Colombia y es director político para América Latina de Americano Media.

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