Desde el balcón del Palacio Presidencial, a una pequeña multitud sin alternativa, Gustavo Petro, justo como lo hacía Chávez, amenazó a los colombianos. Los fracasos de su Gobierno de extrema izquierda lo han llevado a exhibir su naturaleza y sus ambiciones. Se acerca, sin duda, la dictadura en Colombia.
Por la inestabilidad de su proyecto político y el fracaso de todas sus reformas, el presidente de Colombia se está frustrando. Luego de que la semana pasada le pidiera la renuncia a todos sus ministros, para luego despedir a los más moderados y nombrar militantes y amigos, Petro anunció que ya no es probable, para su Gobierno, crear alianzas o coaliciones con otras fuerzas políticas.
Las reformas que él propone, y que fueron parte esencial de su campaña, no han logrado consenso entre los partidos que apoyaban su Gobierno. Por diferentes razones, sus propuestas fracasan una y otra vez en el Congreso. En consecuencia, Petro decidió mandar todo al carajo.
Ahora, Petro prescindirá del Congreso y, este lunes primero de mayo, en un discurso desde el Palacio de Nariño, le dijo a los colombianos: "La reforma y la revolución van de la mano. Las reformas pueden llevar a una revolución. Pero el intento de coartar las reformas puede llevar a una revolución".
"Lo que se necesita, de cualquiera manera, es que el pueblo esté movilizado, como lo estuvo con Bolívar", dijo.
Reformas o revolución. Revolución, con el "pueblo" de la mano. Nada bueno puede salir de eso. Las últimas revoluciones en el continente mataron y encarcelaron a centenares en Nicaragua, ejecutaron a decenas en plazas públicas de La Habana y expulsaron a millones, por hambre, de Venezuela.
Pero es el plan natural. Gustavo Petro no es diferente a los dictadores latinoamericanos que han acabado con sus países. Petro, quien también se alzó en armas en su momento contra la República y las instituciones de su país, comparte las ideas de Chávez, de Ortega y de los Castro. Su socialismo no disiente del chavista o el castrista. La esencia es la misma.
"Lo advertimos. Petro se radicaliza cada día más: 'O se hace lo que yo digo o acabo con todo'. Qué peligro tener a otro autócrata en Latinoamérica, usando a los más necesitados, manipulando las urgencias más apremiantes de los que con dificultad pagan sus cuentas", dijo en Twitter el dirigente político de derechas, Enrique Gómez.
Petro, al prescindir de los consensos, ya no necesita a las instituciones. Lo contrario: las instituciones le estorban. Como advierte el ex candidato presidencial Federico Gutiérrez, una Constituyente, para disolver todo y moldearlo a su conveniencia, está a la vuelta de la esquina. Sus ministros serán sus sicarios y el apóstata irá a la hoguera.
No va ni un año del Gobierno de Petro y ya queda claro: es inminente que Petro se convierta en dictador.