El presidente Joe Biden habló por más de una hora y cuarto en su discurso del estado de la Unión, que estuvo plagado de mucho deseo y poca realidad.
La apreciación del país que Biden esbozó disiente completamente de lo que padecen la mayoría de los americanos. La frustración es clara, y Biden se equivoca al tratar de negarla. Insistir en que '¡Vamos bien!', es un error.
La inflación desbordada, el aumento del costo de la vida, una crisis fronteriza dramática y el aumento de las amenazas externas. Pese a ello, Biden se encarga de afirmar que, gracias a él, el país va por buen camino.
"Hemos creado 12 millones de empleos, más que cualquier otro presidente. Hace dos años el COVID había dañado la economía", dijo Biden, al principio de su discurso. De forma injusta, atribuyó los golpes de la pandemia a su antecesor, sin reconocer que si hubo vacuna fue gracias a Trump y si el país no se fue por el barranco, también fue gracias a él. En contraste, si la economía mejoró, y hay tantos millones de empleos, no son atribuibles a él, sino al rebrote natural de la economía, después de la pandemia y los cierres que Biden mismo impulsó.
Sobre la inflación, Biden se lava las manos. Aunque ha aumentado el gasto dramáticamente, controlado la economía y buscado asfixiar a los grandes empresarios con un peso fiscal insoportable, la inflación, según Biden, "es un problema global porque la pandemia impactó las cadenas de suministros y estalló la guerra de Ucrania". Si, pero varios países lo han manejado mejor.
El discurso de Biden se redujo, en gran parte, a proponer más fiscalización y más gasto. Para él, eso impulsaría la economía. Así como propone forzar a los trabajadores independientes a someterse a los sindicatos, lo que mataría millones de empleos, como gente autónoma que maneja Uber.
Por varios minutos Biden se entrampó en una retórica muy similar a la de Trump, asegurando que él quiere que en Estados Unidos se consuma, se compre y se exporte lo que se haga en Estados Unidos. El Partido Demócrata apoyó con aplausos las palabras, que, por cierto, antes le criticaban a Trump. No le quedó bien.
Demasiado wishful thinking. Hay que gastar, y él puede lograr grandes cosas. En un punto, mostrando su delirio, dijo que, quizá, "Estados Unidos va a necesitar el petróleo por al menos otra década más". Los republicanos se rieron en su cara, porque era lo único que se podía hacer.
Luego, volvió a mentir. Aseguró que el Partido Republicano planea acabar con la Seguridad Social, y todo se salió de control en la Cámara. Los republicanos, verificando en tiempo real, empezaron a gritarle mentiroso a Joe Biden. Le exigían que dijera los nombres de los congresistas que han propuesto acabar con la Seguridad Social, y Biden dijo que, por amabilidad, no lo hará. Marjorie Taylor Greene se levantó y le volvió a gritar: "¡Mentiroso!".
Sin mencionar el globo espía chino que recorrió Estados Unidos por casi una semana sin ser derribado, Biden, desprovisto de ironía o chiste, dijo: "Antes de llegar a la Casa Blanca, la historia era cómo China incrementaba su poder y Estados Unidos caía en el mundo. Ya no más".
También fue contra la Segunda Enmienda y aseguró que va a prohibir las armas de asalto. "Prohíbanlas ya. Háganlo ya. Terminemos el trabajo", insistió. Con eso, piensa él, un desequilibrado no matará a nadie. Y cargó contra la Corte Suprema por haber derogado Roe v Wade. "El Congreso debe regresarnos el derecho que nos quitaron. Si el Congreso aprueba una prohibición nacional del aborto, yo la voy a vetar", dijo.
Otra mentira: "El fentanilo mata más de 70 mil americanos al año". Los republicanos le gritaron: "¡Mucho más!". Y si, fue muchísimo más, como han reportado investigadores: en un período de 12 meses han muerto más de 110 mil americanos por sobredosis.
Biden apenas se refirió a la crisis fronteriza que, de hecho, ha sido uno de los mayores problemas de su gestión. Se enorgulleció de las detenciones y aseguró que su medida del parole humanitario para cubanos, nicaragüenses y venezolanos ha reducido la migración ilegal en un 97% en esos grupos. También falso, por cierto, al menos en el caso venezolano —del resto no hay data aún.
El país en crisis. La situación económica es dramática, pero Biden terminó su discurso diciendo que nunca se ha sentido "más optimista sobre nuestro futuro".
"Porque esta nación es fuerte, porque la gente de esta nación es fuerte, el estado de la unión es fuerte", concluyó.
Lo mismo no creen los aliados de Estados Unidos, que cada vez son más acosados por Irán o China, envalentonados y fortalecidos ante la debilidad de la Casa Blanca. Lo mismo no creen los afganos, que fueron abandonados de la manera más torpe por las órdenes de Biden y que ahora sufren la opresión de un régimen islamista. Lo mismo no creen los americanos, por supuesto, que ahora deben pagar más por un huevo, que son sometidos a diario a políticas retorcidas progresistas y que huyen del peso fiscal que hace arder sus ahorros.