Hace tres años atrás, un año después del gran triunfo de Donald Trump en 2016 ante Hillary Clinton, era difícil visualizar otro líder dentro del Partido Republicano que sea capaz de motivar a la base y ganar elecciones como lo hizo el expresidente. Pero en una ráfaga de cuatro años, tras su cerrado triunfo en 2018 contra Andrew Gillum, Ron DeSantis cambió por completo esa perspectiva, convirtiéndose en el gobernador más popular del país y el único político dentro del conservadurismo capaz de desafiar el liderazgo de Trump.
Los logros de DeSantis en apenas cuatro años son impresionantes y los números electorales lo avalan. De ganar Florida por unos 30,000 votos a convertir el Sunshine State en el principal bastión conservador de todo Estados Unidos. Porque sí, bajo su liderazgo, los floridanos salieron a votar masivamente por el GOP, especialmente en las últimas elecciones de medio término.
Si ya en 2020 Trump había hecho ganancias considerables para el GOP, DeSantis rompió la matrix en 2022, ganando Florida por más de 19 puntos porcentuales contra el demócrata otrora republicano Charlie Crist. La diferencia fue tan escandalosa que, inclusive, el gobernador ganó condados históricamente azules –como Miami-Dade– por once puntos de diferencia. Un número que refleja su gran éxito electoral.
¿Pero cómo consiguió DeSantis ésta avalancha roja? Hay cuatro puntos que lo explican.
Florida, el estado donde las libertades se respetan
Bajo el liderazgo del gobernador republicano, el Sunshine State se convirtió en el estado de la unión que más respeta las libertades civiles, un hecho que quedó en evidencia durante la pandemia del COVID-19.
Mientras estados azules caían en un espiral autoritario, obligando a muchos ciudadanos a vacunarse en contra de su voluntad, a llevar mascarillas incluso en exteriores o enviándolos a confinamiento como en China, Florida adoptó un enfoque de responsabilidad individual para enfrentar la pandemia. Y la estrategia funcionó.
Primero, al no cerrar la economía, Florida logró paliar los negativos efectos económicos de la pandemia, manteniendo el desempleo a raya y logrando captar inversión provenientes de estados azules grandes como New York o California, que sufrieron un fenómeno migratorio de empresas y ciudadanos a estados con menos regulaciones e impuestos más bajos.
Por ejemplo, en agosto del 2022 se registró un nuevo récord de residentes de California y New York que se trasladaron a Florida.
Segundo, a pesar de tener una población más vieja, el Sunshine State además mejoró en números a estados como California o New York en cuanto a muertes por cada cien mil habitantes durante los peores meses de la pandemia. Los números de muertes, casos y población vacunada, finalmente, fueron muy parejos con el paso del tiempo. Cada estado tuvo picos altos de brotes, pero sus enfoques para enfrentar la pandemia al final no marcaron demasiado la diferencia y, en el caso de Florida, la menor intervención del estado en las decisiones individuales de los ciudadanos ayudó a que los niños volvieran a los colegios y se reactivara más rápido el sector turístico y el comercio doméstico.
Este enfoque para enfrentar la pandemia, en medio de una histeria importante donde políticos progresistas abogaban por un Estado vigilante y proteccionista, presentó a DeSantis ante Florida y el resto del país como el gobernador que velaba por las libertades individuales y el sentido común en un momento donde oponerse a los mandatos y a los confinamientos era bastante controvertido para la prensa pero muy popular entre ciudadanos.
La batalla cultural
Si hay un político que entendió cómo dar la batalla de las ideas desde la cultura ese ha sido el gobernador de Florida. DeSantis puede presumir de llevar adelante una cruzada exitosa contra la ideología woke en los colegios y también ante empresas como Disney, que en el resto del país impulsaron programas obligatorios para “capacitar” a sus empleados en temas como “Teoría Crítica de la Raza”, “Interseccionalidad”, “Inclusión” o “Ideología de Género”.
DeSantis ha sido muy cuestionado por impulsar leyes como la HB 1557, denominada ‘Derechos de los Padres en la Educación’ y mal llamada en los medios de comunicación y redes sociales ‘Don’t Say Gay’.
El objetivo de esta ley, en realidad, siempre fue bastante simple: establecer que las escuelas no podrán “fomentar la discusión en clase sobre la orientación sexual o la identidad de género en niveles de primaria o de una manera que no sea apropiada para la edad o apropiada para el desarrollo de los estudiantes”.
Es decir, evitar la sexualización de los niños en las escuelas de primaria y que los distritos escolares tengan un mayor peso que los padres en la educación de sus hijos (estudiantes).
Si bien la prensa liberal cuestionó duramente a DeSantis por su apoyo a esta ley, la realidad es que la mayor parte del electorado que el texto era, aunque un poco vago, bastante claro y en ningún momento podía considerarse discriminatorio y fuera de lugar.
El gobernador también ha impulsado leyes para que los estudiantes floridanos en escuelas públicas aprendan sobre los horrores del comunismo y ha adoptado un discurso duro y contrario a la ideología woke, quizás como ningún otro político conservador.
La guerra con los medios
Si algo caracterizó la campaña de Donald Trump en 2016 fue el ataque masivo de la prensa tradicional en su contra. Al expresidente se lo acusó de racista, homofóbico y de ser un peligro para la democracia en centenares de ocasiones; muchas veces con artículos donde se manipularon o tergiversaron citas o se difundió abiertamente información errónea.
En los últimos dos años con DeSantis ocurrió algo similar. La prensa progresista empezó a atacar con furia al gobernador. Primero, por su enfoque para enfrentar la pandemia. Luego por sus formas de comunicación política, ganándose la fama de ser un orador agresivo. También sufrió lo mismo que Trump en muchos casos: difusión de citas o vídeos descontextualizados.
Un caso ejemplar fue el del programa ‘60 minutes’ de CBS News, que editó partes de una entrevista realizada a DeSantis para hacer ver de forma engañosa que el gobernador dio una licitación de vacunación a una empresa que había donado para su campaña. Sin embargo, tal situación nunca ocurrió y el medio terminó quedando expuesto ante la opinión pública por su mala praxis periodística.
Esta lucha entre DeSantis y los medios mainstream se ha intensificado notablemente en los últimos meses. Los artículos en la prensa liberal contra el gobernador son cada vez más continuos y agresivos, incluso tomando las piezas de elogio de la prensa conservadora para dejar mal parado al republicano.
Esta situación, lejos de afectar a DeSantis, lo beneficia. Pues en este momento en Estados Unidos existe un fenómeno de desconfianza sin precedentes hacia el periodismo tradicional. Así que una batalla contra la prensa viene como anillo al dedo para uno de los políticos más populares del país.
Atractivo para los independientes
Hace un año DeSantis podía considerarse el político republicano más ‘trumpista’ por detrás del propio Donald Trump, pero en este 2022, la evolución política del gobernador es evidente. Está muy lejos de ser considerado un “republicano del establishment” o “RINO”, lo cual desmotivaba a la base, pero tampoco está cerca de ser un político MAGA o un brazo del ‘trumpismo’.
Esta fórmula, cada vez más escasa dentro de un Partido Republicano dividido, es tremendamente atractiva para los votantes independientes que, en definitiva, son vitales para definir elecciones cerradas.
De hecho, ya hay encuestas que ponen cara a cara a Trump vs. DeSantis en unas primarias y algunos sondeos, como el realizado por YouGov en noviembre, muestra al gobernador de Florida ligeramente por delante del expresidente entre independientes de tendencia republicana. Un punto no menor si se considera que, sea quien sea el candidato del GOP para el 2024, tendrá la difícil misión de competir contra un Partido Demócrata que se ha caracterizado por cerrar filas en torno a su candidato electo con el apoyo de toda su maquinaria comunicacional.
La realidad es que DeSantis, hoy por hoy, se ganó a pulso la consideración para ser el candidato presidencial del GOP. Tiene muchos puntos a favor, pero hay una interrogante en el aire: ¿Le alcanzará para poder arrebatarle el liderazgo a Donald Trump?
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.
Emmanuel Rondón
Periodista y editor de Americano Media. Especializado en política americana, análisis de medios y deportes.