En la madrugada del 13 de septiembre de 2013 un grupo de talibanes atacó el consulado de Estados Unidos en Herat, Afganistán. El ataque con carro bomba fue frustrado en buena medida gracias a la acción heróica de exmilitares y policías latinos. El heroísmo de decenas de latinos que pusieron su vida en riesgo, para junto con el ejército americano combatir a los más temidos terroristas en lugares como Afganistán e Irán, aún es una historia desconocida.
Aris Hernández es uno de los latinos que se encontraba el 13 de septiembre a las afueras del consulado americano en Herat. Su valerosa actuación -junto con la de otros hispanos- contribuyó a frenar la entrada de varios terroristas del Talibán al consulado. El vehículo que explotó ese día tenía dos toneladas de explosivos. Después de ser detonado y cuando los talibanes ya entraban al área del consulado, Aris Hernández y su compañero -también hispano- se enfrentaron a varios de los terroristas. Hernández cuenta que aún con un disparo en su brazo logró dar de baja a dos terroristas y sobrevivir a la explosión de un tercer talibán que se inmoló.
Después de ese acto de heroísmo que salvó la vida de diplomáticos americanos en el consulado, Hernández recibió reconocimientos del consulado y del Departamento de Estado. Sin embargo, la historia de Hernández, como la de otros muchos latinos que combatieron Afganistán, abarca también una larga lucha por el reconocimiento de los derechos que ellos consideran haber ganado tras su heroica actuación y por una retribución al engaño y el maltrato del que denuncian haber sido víctimas.
Francisco Landinez, dirige la fundación "Militares Oprimidos", este latino que también estuvo en Herat, lidera un grupo de decenas de latinos que como Haris Hernández denuncian haber sido engañados al aceptar trabajos de vigilancia básica en Medio Oriente pero luego terminar asumiendo labores incluso más peligrosas que las de los militares americanos en esos lugares. Hoy piden que se reconozca su historia de valentía y que se les otorgue el estatus de veteranos que ganaron al poner en riesgo su vida para proteger al personal americano en los lugares más peligros del Medio Oriente.
Landinez, al igual que Hernández, nos cuenta que su contrato para ir a Afganistán era el de un guardia de vigilancia con funciones básicas, que tendría un armamento básico porque se suponía que siempre estaría en zona segura y protegido por el personal americano. Sin embargo, en Herat terminó asumiendo labores completamente diferentes, que implicaron incluso enfrentarse a terroristas del Talibán sin protección adecuada y con un armamento que de ninguna forma podría brindarles posibilidades de ganar una batalla frente a ese tipo de terroristas.
Landinez además habla explícitamente de "racismo". Asegura que a los latinos se los llamaba "monkeys" y que eran enviados a misiones casi suicidas y sin el armamento necesario para siquiera combatir un ataque. El líder de esta fundación, que busca que decenas de latinos que combatieron en Medio Oriente sean reconocidos como veteranos, asegura que los hispanos eran tratados como "carne de cañón".
"Nunca va a ser legal, razonable, decirle a tres personas: vayan afuera, les voy a cerrar la puerta, no sé qué van a hacer ustedes pero vienen carros bombas, vienen suicidas y ustedes tienen que permanecer afuera por nosotros", dice Landinez recordando las instrucciones que recibió en Afganistán.
A pesar de todas las denuncias de maltratos, racismo, y momentos difíciles vividos durante su tiempo en Afganistán, Landinez resalta que el Army siempre los defendió y que incluso se enfrentaba a las órdenes que daba el Consulado poniendo su vida en riesgo.
Ahora estos exmilitares latinos, muchos con secuelas físicas y traumas psicológicos propios de la guerra, se dedican a dar a conocer sus casos y a buscar que el gobierno americano reconozca su servicio en Medio Oriente y les dé el estatus de veteranos.