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Presidente Petro: Análisis del grave impacto del silencio sobre su salud – Gobierno – Política

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Tras días de ausencia presencial, el presidente Gustavo Petro reapareció en la mañana de este miércoles en sus redes sociales para informar que se debió a los dolores que tuvo luego de una caída en Cartagena. Hay en este hecho dos cuestiones a tratar. Uno de fondo y otra de forma. El primero pasa por la pronta y buena recuperación del Jefe del Estado. El segundo tiene que ver con las deficientes comunicaciones de Palacio.

Se trata de un secretismo que se ha vuelto habitual y al que más afecta es al propio mandatario. Alimenta rumores que en estos tiempos de redes se multiplican a un ritmo de vértigo y con un eco sin freno. La oposición, de hecho, ha sacado partido con esta situación creando en el imaginario colectivo unos estereotipos que impactan en su imagen.

Al no haber una información transparente y precisa, por si fuera poco, se debilita a los pocos funcionarios que transmiten un mensaje equívoco y que muy posiblemente actuaron de buena fe. ¿Cómo queda Mauricio Lizcano, ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones quien dijo en Quibdó, Chocó, que el presidente no se hacía presente allí porque estaba resolviendo asuntos de “relaciones internacionales”?

“El presidente Gustavo Petro, el servidor público con la más alta responsabilidad política como tomador de decisiones de Estado, tienen que soportar, manejar y cumplir con una mayor carga jurídica de transparencia sobre su condición de salud personal”, dice Jairo Libreros, profesor de la Universidad Externado.

Para este experto, “no se trata de informar cualquier incidente que afecte su salud, pero si en términos de evaluación médica atraviesa por una complicación que le impida cumplir con sus obligaciones constitucionales y legales, debe informarlo de manera inmediata para no comprometer la estabilidad política del gobierno nacional o de la democracia constitucional”.

Un argumento que comparte el analista político Pedro Viveros quien, además, dice que “los mandatarios de cualquier democracia tienen el derecho a sus tiempos privados, los presidentes de los Estados Unidos, por ley, debe tener vacaciones anuales».

«Pero siempre, añade, lo hacen con la debida obligación de ser transparentes en su agenda porque muchas decisiones de sus países se toman midiendo los mensajes escritos, visuales, gestuales o de los silencios de los jefes de estado. En el caso del presidente Petro hay carencia de una estrategia de transparencia en los recurrentes vacíos a los que nos tiene acostumbrado”.

“Buena parte del ejercicio de los Gobiernos es generar certidumbre entre la ciudadanía, mostrar un horizonte, no solo a largo plazo sino en el día a día, y el secretismo con el que se maneja la agenda, además de los incontables cambios, solo debilitan la figura de un presidente que esté en control”, afirma, por su parte, Andrés Segura, experto en comunicación política.

“Cuando la incertidumbre queda en el aire los diferentes actores ocupan ese terreno en el debate público y dominan la narrativa. Por ello, al gobierno le ha sido difícil explicar las acciones del Gobierno nacional”, agrega Segura.

“Ante esto, el Presidente ha sido muy exitoso al poner agenda en temas puntuales a través de sus canales propios, en los últimos días lo ha hecho con la crisis en oriente medio, y eso lo hace percibir activo, y controla agenda, pero la incertidumbre sobre sus ausencias en la agenda de Gobierno van minando la credibilidad del gobierno”, reflexiona.

“El problema de fondo no es que un presidente no pueda tener agenda privada, tomarse un día de descanso o incluso ser ajeno a una incapacidad. El problema es cuando eso se vuelve costumbre y cuando no hay transparencia frente a los verdaderos motivos de las frecuentes ausencias del presidente”, dice, de otra parte, el experto en análisis político Gabriel Cifuentes.

Para él, el término «Agenda privada» se ha vuelto “un comodín, una muletilla que de fondo no explica las repentinas ausencias y desplantes presidenciales”.

“Esa falta de transparencia con la ciudadanía ha convertido los desplantes del presidente no sólo en la fuente de rumores sobre su salud, sino que también lo ha convertido en un hecho político que se traduce en un flanco débil a través del cual cuestionan su capacidad y liderazgo”, dice Cifuentes.

“Eso sin mencionar la falta de consideración con los asistentes a eventos o citas programadas que se quedan con los crespos hechos. La excusa de que hay desorden al interior de Palacio y que por eso muchas veces se enreda la agenda no convence del todo, el últimas también cuando estaba Laura Sarabia -reconocida por su eficiencia- el presidente se desaparecía”.

Para Cifuentes, decir que es la personalidad del presidente tampoco es una excusa válida dada la dignidad que ostenta y las obligaciones a cargo. “Esta vez Petro señala que su ausencia se debió a un golpe en la rodilla y habrá que darle el beneficio de la duda. Sin embargo, mientras lo esperaban en Chocó, en Bosa y en muchos otros lugares, prefirió mantenerse conectado a X, actividad que ni la «agenda privada» impide que realice”, concluye.

El estado de salud – mental y física – y el bienestar del Presidente de la República son de interés nacional, y lo son, pues la Constitución contiene artículos sobre las faltas temporales y absolutas del mismo, dice Gonzalo Araujo, politólogo de la Universidad Javeriana.

«No es menor, ni irrelevante que la opinión pública esté informada, sin violentar el derecho a la intimidad del mismo, sobre los incidentes de salud o los accidentes menores», asegura Araujo.

«En la medida en que sean recurrentes los incidentes o accidentes, los colombianos podemos preguntarnos qué los ocasiona con tanta frecuencia, y cuál es la razón de fondo», dice.

Los expertos coinciden en señalar que el silencio de Casa de Nariño sobre los incidentes o accidentes y las mentiras o verdades a medias para excusarlo generan desconfianza, en una sociedad que desconfía enormemente de sus instituciones y de sus mandatarios. Ese es el gran impacto que tiene.

La poca responsabilidad del actual gobierno en sus mensajes con la opinión pública y sus electores genera cada vez más distancia y cada vez más desconfianza. Y eso ya no es un asunto de forma sino de fondo. Que, como se dijo, en primer lugar afecta de manera directa al propio presidente Petro.

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